José Palazón: “Ser imparcial es ser tú mismo”

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MEDELLÍN, Colombia. Sobre las once de la mañana del 22 de octubre de 2014, en el terreno de un campo de golf en ciudad española de Melilla, un fotógrafo acciona el disparador de su cámara.

Frente al lente, más de una docena de inmigrantes saltan una valla alta. Del otro lado de la valla se visualizan unas colinas. Es territorio marroquí. Más allá de las colinas, fuera del foco que encuadró el fotógrafo están los conflictos, las guerras y el hambre que sirvieron de resorte a los hombres que saltan la valla.

Desde el verde césped del campo del golf, un hombre observa a los inmigrantes que saltan la valla. Frente al hombre que observa está una mujer, que queda detenida en el rito del palo alzado en el aire y que también parece observar a la valla, a los hombres, a las colinas marroquíes.

El fotógrafo detrás del lente se llama José Palazón y, en ese momento, acaba de tomar una imagen que dará la vuelta al mundo, que provocará las dudas ante la inverosímil escena y que le valdrá los premios Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña, y Ortega y Gasset de Periodismo Gráfico, meses después.

La foto, que nombró “Paisaje de desolación” y que muestra la magnitud de la desigualdad que se vive en la frontera española marroquí, donde miles de inmigrantes arriesgan su vida por un futuro mejor, más allá de ese campo de golf y donde además realiza un trabajo voluntario a través de la fundación Pro Derechos de la Infancia, también lo lleva a Medellín, Colombia, como finalista del Premio Gabriel García Márquez, de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), entregado durante en una gala celebrada la semana pasada.

José Palazón: “Ser imparcial es ser tú mismo”

Un día antes de la gala de premiación, realizada el pasado 30 de septiembre y en la que su foto no obtuvo el galardón en el renglón imagen, Palazón habla con DL en una ruidosa e improvisada cafetería dentro de la Plaza Mayor de Medellín sobre el trabajo de documentar una pequeña parte de la crisis migratoria que sacude a la Unión Europea.

En las fotos periodísticas, ¿usted considera que hay un límite de qué mostrar y cómo? ¿Desde qué criterios se hace esa discusión?

Yo creo que no hay límite. En una foto no hay límite. En una foto como la de la valla no hay límite o como la del niño que murió (niño sirio que murió en playas turcos cuando su familia trataba de llegar a Grecia, el pasado 2 de septiembre). El límite está en matar un niño, consentir que una sociedad admita que se mate a un niño o que alguien muera en el mar o que maten en una frontera, que sea refugiado en la frontera. Eso sí que tendría que tener un límite de todo tipo, incluso a nivel penal para poner límite a eso.

Cuando eso está pasando, que una foto se le imponga o se le quiera imponer o haya una discusión sobre si la foto de un hecho de ese tipo, la muerte de un niño, se debe publicar o no, me parece una barbaridad. Se debe publicar, porque si no, van a seguir muriendo niños y la foto de ese niño no perjudica en nada su imagen. Lo que perjudicó al niño de morirse ahogado es que alguien no lo dejará pasar por una frontera, y eso tiene que saberse y solo puede saberse por esa foto. No es discutible, no se le está causando más daño del que se le ha causado.

Ahí hay muchas otras historias, de mujeres y hombres huyendo de una guerra y ese niño abrió de cierta forma la frontera de la Unión Europea, la zona de los Balcanes. Alemania permitió entonces que pasaran refugiados, que otros países abrieran caminos. ¿Qué hay que discutir sobre la foto del niño? La foto ha logrado lo que no fue capaz de lograr todos los organismos de derechos humanos, de control, de la Unión Europea, del mundo. ¿Qué hay de malo en eso? ¿Qué daño le hace al niño quien lo ve? Que es consciente y que se da cuenta de lo que está pasando y que no sabía.

Se publica la foto sin ningún prejuicio, sin ningún problema moral ni ético de ningún tipo.

¿Qué piensa entonces de las consideraciones de que la constante exposición a estas fotos insensibiliza al observador?

Se abusa de la noticia y se explota desde muchos puntos de vista, sobre todo comerciales. Se abusa de la noticia y se termina saturando, y además son siempre imágenes muy parecidas, un mensaje continuo y machacón… bon bon. Agotan lo que esa información podría tener de denuncia.

Estas fotos que me has dicho (la del niño sirio ahogado y de los inmigrantes que saltan una valla) lo que han hecho es romper esa cortina, dar una visión nueva de una misma cuestión que se había visto mucho antes, pero no era un punto de vista comercial. Era un grito humano, un grito en medio de tanto comentario de rutina, y eso logró cambiar cosas.

Usted, que además de fotógrafo trabaja la situación migratoria desde una labor voluntaria y su foto fue bastante comentada y hasta se puso en duda, ¿cómo logra mantener la ecuanimidad ante situaciones críticas de guerra y conflicto? ¿Logra poner una distancia “objetiva”?

Creo que no. Lo he hecho en el 2014 donde vivo, en la frontera Mallorca marroquí. Hubo muchísima violencia, una que parecía una situación de guerra. Allí acudieron, como está pasando en los Balcanes ahora, muchas personas. De hecho, bajo la cobertura de nuestra asociación muchas imágenes, que no se podían publicar por temor a represalias o porque no era políticamente correcto, salieron a la luz muchos trabajos que ellos hicieron. No se insensibiliza cuando te involucras, más cuando la situación es de tal magnitud que te invade. Llega toda esa gente, de noche bajo esas situaciones. ¿Cómo hay que ser frente a eso?

No se cómo se puede tomar foto sin que te afecte un montón. No lo entiendo.

Cierto que hay una leyenda urbana de que el periodista no puede involucrarse. Bueno, no sé. Hay una forma de objetivizar, de presentar el tema y el ambiente. Si no empatizas no te van a dejar entrar. Pienso que es importante, además de empatizar, involucrarte para hacer un trabajo que hay que hacerse. Poder hacer las imágenes de los inmigrantes corriendo, saltando. Nunca van a hacer una buena foto si no lo haces. Te la publicaran en un periódico y ganarás más o menos dinero, pero no tendrá ninguna repercusión.

Desde mi punto de vista no se puede hacer una foto sin empatizar. No se cómo se puede ser imparcial. Al partir del momento en que tú estás en un escenario que se puede dar en un sitio así, con policías, una valla, un campo de golf, coges tu cámara y escoges una cosa y no otra ya no eres imparcial. Tu formación, tu creencia, tu sello te lleva a escoger aquello y no esto.

La prensa amarilla no es imparcial, está enfocando determinado tema, sacando la noticia desde cierta perspectiva…

O sea, la intensión es previa

La mayor parte de la prensa intenta evitar, van a la noticia pero redondeándola para no ser políticamente incorrecto. Eso no es ser imparcial. Ser imparcial es ser tú mismo. Ser tú mismo. Lo piensas, haces la foto, pones todo de ti a lo que ves importante, y sin miedo, buscas la forma de sacarlo, sea directamente o a través, como pasó en Melilla, de una organización que te respalde.

¿Cuáles considera retos de trabajo, éticos, de preparación de los fotorreporteros en situaciones como la actual crisis fronteriza en Europa? Una realidad que llega donde estamos, que no salimos a buscar como cuando se cubre una guerra lejos del país de origen.

Lo primero es que se tomará muy en serio su trabajo, que no acepte presiones de nadie, que trabaje de una forma honesta. Son las cosas principales, trabajo y ser honesto.

Evitar el activismo y contractivismo. Evitar que tu información, tu foto… me lo he hecho, que me han publicado una foto desde una agencia y comentan la foto con un sentido completamente contrario al que yo quería dar al tema. Todo lo contrario a lo que cuenta la foto. Por ejemplo, los que saltan la valla. Podrías decir “¡Qué indecencia!”, o decir que los inmigrantes estaban estropeando el campo de golf, y la foto no quiso decir eso. Inmediatamente prohibí a ese periódico que publicará una foto mía.

Hay que ser honesto y valiente con eso. No dejar que te redondeen la foto. En esas situaciones de guerra, de frontera, hay que ser muy valiente, hay que trabajar mucho, hay que empatizar con tu ambiente de trabajo, en tu terreno y dedicarle tiempo. Y ser honesto. No permitir que te manipulen.

Claro, mucha gente tiene que ceder porque tiene que ganar dinero para poder vivir. Comprendo que es un equilibrio difícil, pero esa situación de precariedad se va a solucionar buscando enfoques nuevos. En Melilla van cientos de periodistas. Iban dos días, tres días, y todas las fotos iguales del “negrito en la valla”…ser honesto es estar todo el día ante la valla.

Hay mucha de vocación implicada…

Absolutamente, tener amor y vocación sobre todo. No tener en la cabeza otra idea que no sea mostrar la realidad, tal y como la recibes. No hay forma estándar de como la recibes. Cada cosa, según tu forma, pero tienes que hace un trabajo serio.