Republicanos encaran debate con Trump rezagado y Bush muy mal en los sondeos

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WASHINGTON. El tercer debate televisado de los aspirantes republicanos a la Casa Blanca, que emitirá mañana el canal financiero CNBC, destacará por tener un perfil más económico que los anteriores y porque, por primera vez, el magnate inmobiliario Donald Trump no llega como favorito.

Además, el que comenzara la puja de las elecciones primarias como más probable ganador, el exgobernador de Florida Jeb Bush, encara el debate en medio de los rumores de que los recortes en los gastos de su campaña hacen presagiar un mal final para sus ambiciones presidenciales.

A la cabeza de las encuestas se encuentra el neurocirujano Ben Carson, que debate tras debate, con declaraciones que hablan al público conservador y sin enzarzarse en peleas con otros candidatos, ha conseguido apuntarse el atril de favorito.

El debate de CNBC está pensado para una audiencia más limitada que los anteriores, organizados por CNN y Fox News, ya que se emitirá solo para abonados de cable y se centrará en política económica, fiscal, empleo e innovación.

Tras tres debates televisivos, la única ausencia, por el momento, será del gobernador de Wisconsin Scott Walker, que retiró su candidatura el mes pasado.

El escenario elegido para este tercer debate republicano, en el que se medirán primero los cuatro que van a la cola de las encuestas y, posteriormente, los 10 primeros (Carson, Trump, Bush, Marco Rubio, Ted Cruz, Mike Huckabee, Rand Paul, Chris Christie, Carly Fibrina y John Kasich) es la Universidad de Colorado, en Boulder.

El carácter más específico del debate permitirá que este no se alargue más de dos horas -como ha ocurrido en ediciones previas-, un formato que había sido criticado por algunos aspirantes republicanos, como Trump, y tuvo que se renegociado.

Una encuesta publicada hoy por el diario The New York Times y la cadena CBS News indica que el meteórico ascenso de Trump en las encuesta se ha detenido y es ahora Carson (otro candidato alejado de los círculos políticos de Washington) quien lidera las encuestas.

Carson es el candidato predilecto del 26 % de los votantes republicanos de primarias, mientras que Trump baja al 22 %, seguido de lejos por el 8 % del senador Marco Rubio, y el 7 % de Bush y la exejecutiva Carly Fiorina.

Este debate será especialmente vital para Bush, hijo y hermano de presidentes, que necesita el respaldo de las encuestas para acallar los rumores de que su campaña está sumida en el caos.

Bush ha recortado el presupuesto y ha rebajado el pago de sus empleados en nómina, síntoma de que las posibilidades de sostener una larga contienda con los otros nueve candidatos republicanos mejor situados se reducen peligrosamente.

Tras los dos primeros debates republicanos, el exgobernador no ha frenado su caída en las encuestas y, en los últimos dos meses, no ha recibido más que dos apoyos de miembros del Congreso.

La semana pasada un donante anónimo de Bush explicaba al diario The Washington Post que la campaña se encuentra en una “espiral mortal”, a lo que el aspirante republicano contestó que todo eran habladurías.

Trump, que hoy publicó un artículo de opinión en CNBC abogando por un menor papel del Gobierno en regular la economía, ha pasado al ataque contra Carson, de quien dijo este fin de semana que está “más bajo de energía” que Bush y ha llegado a este punto de la campaña “dormido”.

Este debate será también clave para el senador cubanoamericano Marco Rubio, quien ha afirmado que no optará a la reelección para su escaño en la Cámara alta y se lo jugará todo a la baza de presidente.

Pese a que las encuestas le siguen sin dar el liderazgo de las primarias en ningún estado clave, los analistas ven a Rubio como uno de los pocos que puede conciliar los intereses de los ultraconservadores del “Tea Party” y de los donantes inclinados por dar su dinero a precandidatos cercanos al “establishment” (conocidos de los círculos políticos de Washington).

El senador Ted Cruz ha sugerido en eventos de campaña recientes que ahora es su momento de hacerse con el apoyo de los votantes republicanos más conservadores, los que tienen en su mano elegir quién recibirá la nominación del partido en la convención que la formación celebrará el próximo verano.