Profanan tumba donde descansan los restos del maestro Enrique Chao

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SANTO DOMINGO. Escandaliza que el maestro de actores Enrique Chao no pueda dormir en paz el sueño eterno a casi dos meses de su deceso.

La tumba donde “reposan” sus restos ha sido destruida, violada, a martillazo limpio.

Lo malo: no es la primera tumba que profanan. Lo peor: va a seguir sucediendo.

Para que se tenga en cuenta cómo era visto este tipo de acciones en épocas anteriores, baste el ejemplo de algo que sucedió en La Habana el 27 de noviembre de 1871, cuando 8 estudiantes de Medicina fueron injustamente fusilados, porque supuestamente habían profanado la tumba del periodista español Gonzalo Castañón.

De entonces acá han llovido 144 años exactamente. Y las cosas han cambiado mucho en el mundo entero.

Ahora vivimos la cultura de los despojos, de la bravuconería y del latrocinio. Cuando ni a los muertos se respeta, algo anda demasiado podrido en la sociedad.

No importan todas las veces que se haya denunciado esta situación, los responsables sencillamente miran a otra parte. Y los muertos que se las arreglen como puedan.

Los camposantos donde ocurren estas cosas están bajo la égida del gobierno local. Y los alcaldes son los máximos responsables de la seguridad en ellos. Tanto de los vivos como de los muertos.

El alcalde de Santo Domingo, Roberto Salcedo, artista él mismo, debe renovar sus votos con la ciudadanía. Bajarse de las vallas de la desidia y arreglar algunos asuntos que son de vida o muerte, como el tema de la violación de las tumbas en los cementerios.

La sociedad dominicana necesita ejemplos contundentes, modelos que hablen de una cultura de la convivencia, de una cultura de la paz, de una cultura de la transparencia, de una cultura del buen hacer. ¡Hasta en los cementerios!