Mitos EN LA MLB Peloteros, mánagers y coaches tienen sus cábalas

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El manager de los Filis, Pete Mackanin, elige entre un par de zapatillas rojas teniendo en cuenta cuáles ha usado durante victorias difíciles.

El receptor de los Cerveceros Stephen Vogt se viste siguiendo una secuencia específica diariamente, prestando atención a la manera en que se ajusta las medias y en qué orden.

En ocasiones, Brandon Moss, de los Reales, pretende ser supersticioso al pararse frente al plato con un bate de la buena suerte.

El manager de Oakland, Bob Melvin, da vueltas por varios lugares de estacionamiento en el estadio dependiendo del desempeño de su equipo.

“El número tres lo está haciendo bastante bien”, afirmó sobre su reciente espacio favorito.
Wade Boggs era famoso por comer pollo antes de cada partido, mientras que el abridor de Kansas City Ian Kennedy ha dejado atrás su vieja necesidad de desayunar en los mismos restaurantes que frecuentaba durante su carrera deportiva universitaria y en las ligas menores.

No cabe duda que el béisbol fue creado para las supersticiones _partiendo de la más esencial de todas: no pises las líneas de foul.
El pitcher mexicano Oliver Pérez, de los Nacionales, no se arriesga y da un exagerado salto sobre la línea marcada con tiza.

“Sólo esa línea blanca, debo evitar esa línea blanca. Todos tenemos algo”, declaró el ex pelotero Rickey Henderson, miembro del Salón de la Fama, señalando que si alguien hacía contacto con la línea “me ponía nervioso, probablemente regresaba y cruzaba correctamente”.

Las supersticiones incluyen la tanga dorada a la que Jason Giambi le atribuía la capacidad de terminar cualquier mala racha, los calzoncillos tipos bóxer que el ex manager de Detroit Jim Leyland vistió durante una racha ganadora en 2011, la costumbre de Ryan Dempster de comer en el mismo restaurante italiano antes de cada apertura y las visitas de Roger Clemens a la placa de Babe Ruth en el Parque de los Monumentos del Yankee Stadium.
Y, por supuesto, esas largas y frondosas barbas que se dejan crecer en octubre se convierten en una clara señal de la postemporada.
“Lo considero una manifestación de individualidad”, aseveró el jardinero de Boston Rajai Davis.
Moss sólo pretenderá que es supersticioso de vez en cuando.
“Para mí, todos están locos”, dijo Moss. “Porque yo no. Yo pretendo estarlo pero en realidad no. Uno bromeará al respecto y dirá, ‘Oh, este era el bate de la suerte’. Uno sabe que no se trata del bate… es como eso en Bull Durham de que si uno está encendido debido a cualquier razón, entonces lo está. Si uno lo cree, entonces es verdad”.
Vogt, que jugaba con los Atléticos hasta que Milwaukee lo adquirió el 25 de junio, insiste en que “Melvin es una de las personas más supersticiosas que haya conocido, desde qué camiseta usa, qué prenda vistió el juego anterior, quién llena la tarjeta de la alineación. Todo es una ciencia. Nada sucede en Oakland por accidente en ese vestuario”.
Vogt reveló que Melvin incluso cambia su ubicación en el dugout durante un inning si los Atléticos no anotan.
“Exagera”, respondió Melvin. “En estos últimos dos años he perdido muchas de mis supersticiones, porque simplemente no funcionan”.
Los entrenadores de los Filis se turnan para acudir al plato para intercambiar las tarjetas de alineación con el equipo rival.
El entrenador de tercera base Juan Samuel llegó a tener marca de 0-8 y perdió el privilegio luego que los Filis no ganaron en los primeros cuatro partidos en los que él entregaba la tarjeta. Con el tiempo pidió a Mackanin si le “daba otra oportunidad para hacerlo”.