Lula intervino hoy en la apertura de una reunión de la dirección nacional del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y demandó a esa formación un «esfuerzo» en las cámaras legislativas para lograr la aprobación de las medidas de ajuste propuestas por Rousseff.
El exmandatario, antecesor y mentor político de Rousseff, admitió que Brasil esta sumido en una grave crisis económica y política y afirmó que la aprobación de las medidas «necesarias» para reanudar el crecimiento económico representa la «salida a esta situación», que hace «humanamente imposible gobernar».
Lula reiteró además su condena a los intentos de la oposición por iniciar un juicio político contra Rousseff por unas maniobras que el Gobierno realizó para maquillar sus resultados de 2014 y que aún se mantienen.
Según la oposición, eso supone un «delito de responsabilidad», que la Constitución contempla entre las posibles razones que pueden llevar a la destitución de un mandatario.
Lula, sin embargo, rechazó esa opinión y aseguró que el PT debe «impedir» que «se siga hablando de una destitución» de Rousseff «cuando no hay ninguna base legal para eso».
El exmandatario reconoció que el Gobierno y su partido «no pasan por el mejor momento», lo cual se ha reflejado en las encuestas con un fuerte derrumbe del apoyo a Rousseff, que hoy se sitúa en torno al 8 %.
No obstante, y aunque señaló que «hubo algunos errores», sostuvo que eso es consecuencia de un «férreo bombardeo contra el Gobierno y el PT», que atribuyó a «una elite que nunca aceptó lo que el partido ha hecho por los más pobres» del país.
Durante su intervención Lula no se refirió a los problemas que él enfrenta actualmente con la justicia, que ha comenzado a investigar tanto sus negocios como los de uno de sus hijos frente a sospechas de corrupción.
Quien sí defendió a Lula fue el presidente del PT, Rui Falcao, quien al inaugurar la reunión de la dirección del partido expresó su «condena» a lo que calificó de «ataques odiosos contra Lula y su familia».