Por: Lily López
Estamos celebrando la semana de la Lactancia Materna en mi país. Muchas actividades se están desarrollando con gran éxito y he tenido la dicha de formar parte de algunas de ellas. En ese sentido varias personas se han acercado preguntándome cómo es que estoy apoyando algo de lo cual no fui del todo exitosa, así es que decidí contar mi experiencia.
El 9 de junio del 2015 me informaba la sonografista que mi embarazo de 36 semanas debía ser interrumpido. Aparentemente había dejado de producir líquido amniótico y mi bebé se consumía dentro de mí. Imagínense mi dolor, me sentí devastada y a la vez con miedo de que mi bebé no estuviese en óptimas condiciones. Me programaron una cesárea de emergencia para el 10 de junio a las 7 am, y esto representó el segundo golpe, yo que había deseado con todas mis fuerzas parto natural me veía en la necesidad de descartar ese deseo por completo. Pero bueno, mi bebé tenía dos vueltas de cordón umbilical en su cuello, estaba bajo peso, sentado y con poco líquido así es que obedecí a los doctores todo con tal de que mi bebé estuviera bien.
Cuando mi hijo nace y lo acercan a mi persona, noté una deformación en su cabecita, me asusté y la perinatóloga me dijo que no me preocupara que esa condición se de debía a que estaba comprimiéndose y recostatado en la placenta pero que su cabecita en algunos días conseguiría la forma correcta. Luego me llevaron a la habitación y un tiempito después me llevaron a mi bebé. Era tan pequeñito y flaquito parecía que se iba a romper. Verlo así me lleno de amor pero a la vez de una profunda preocupación, en mi cabeza sentí como escribían un mensaje… ALIMÉNTALO ALIMÉNTALO, pero lo peor había pasado ya, su boquita y su estómago habían recibido fórmula y mi seno no parecía interesarle. Desde ese día inició el primer reto de amor que mi hijo me ha puesto. LACTARLO EXCLUSIVAMENTE…
Los primeros 5 días fueron catastróficos hasta que por fin se pegó, pero yo pensaba que no tenía suficiente leche porque el duraba horas pegado de mi. En el primer pico de los 10 días el dolor en mis senos empezó a surtir efectos y el cumulo de leche dio inicio a fuertes dolores también.
Todo esto tenía una razón más allá de nosotros, mi bebé tenía un frenillo que no le permitía succionar adecuadamente. Pedí ayuda a doulas para que me confirmaran si era que nos sabía colocármelo o que a mi bebé le pasaba algo más. Efectivamente, me confirmaron mi sospecha, a pesar de mi deseo y el de mi bebé de alimentarse de mí nos enfrentábamos a una situación un poco más compleja. Algunos doctores me decían que quitarle el frenillo no era la gran cosa pero que como él había nacido prematuro y con bajo peso no recomendaban que lo hiciera tan pequeño porque la cicatrización adecuada no era garantizada, que debía esperar un poco mas y que existía la posibilidad de que el frenillo se flexibilizara hasta el punto que no habría que cortárselo. Es decir que lo mejor era seguir aguantando el dolor que me causaba mi bebé con sus prolongadas tomas porque no succionaba correctamente, si ese mismo dolor que cuando el lloraba por leche me hacia llorar a mi porque sabía a lo que me sometería y el mismo dolor que me hizo un día rechazarlo.
Así es que para contrarrestar esta situación, me extraje leche, pero DIOS sabe que para mí era insoportable usarlo con los senos en las condiciones que se encontraban, además de que no era lo mismo tener a mi bebé que a una máquina. Pero bueno estaba empeñada en dar el todo por el todo, así es que me propuse aguantar hasta que no pudiera más. Y así lo hice… duramos en este reto 3 meses hasta que un día luego de discutirlo con mi esposo (quien me apoyó en todo momento) tomé la decisión de no lactarlo más. Lo hice porque para mí, mi salud emocional repercutía más en mi bebé que el alimento; Para mí que mi bebé se conectara conmigo, que ambos nos entendiéramos y nos amaramos era más importante y porque entendí que tanto él como yo habíamos hecho todo lo que estuvo a nuestro alcance logrando tres 3 meses de alimento de amor a pesar del dolor.
Le pedí a Dios que con mi segundo bebé me brinde la oportunidad de lactarlo por más tiempo, porque antes del dolor, cuando mi hijo se alimentaba de mí me sentía tan en paz, tan feliz, tan segura, sentía que mi bebé estaba alimentándose de lo mejor y que eso era lo más hermoso, después de verlo crecer dentro de mí, que había experimentado. Le pedí a Dios una segunda oportunidad y se la seguiré pidiendo con todo mi corazón.
Después de todo he logrado entender que: LACTAR ES AMAR, lo que implica que somos capaces de crear lo que un ser humano necesita para vivir, un plan de DIOS para enaltecer la belleza y la capacidad de la mujer, y nótese que DIOS no hace tonterías. Así es que, TODAS LAS MUJERES PRODUCIMOS LECHE SUFICIENTE Y NECESARIA para que nuestras crías crezcan sanos y fuertes.
LACTAR ES UN RETO, que implica un trabajo constante, perseverante, de confianza y de FE en DIOS y en ti misma.
LACTAR ES DIVERSIDAD, no todas las madres podremos lactar exclusivamente a nuestros bebés por mucho tiempo, o quizás habrá algunas que tendrán que lactar y también dar fórmulas, pues cada persona y cada bebé es diferente. Y el hecho de que algunas no puedan lactar exitosamente no las hace menos madres que las que si pueden hacerlo. TODAS SOMOS MADRES, TODAS DECIDIMOS asumir la responsabilidad de traerlos al mundo, TODAS AMAMOS a nuestros bebés y TODAS hacemos lo que está en nuestras manos para cuidarlos y hacerlos felices.
LACTAR ES ACEPTAR nuestra naturaleza, empoderarnos de ella y saber que tendremos muchos «sabelotodo» que nos presentaran muchos argumentos en contra aunque sean con las mejores intenciones.
LACTAR ES UNA ETAPA HERMOSA que debemos disfrutar y experimentar pues no se repite, cada uno de nuestros hijos son diferentes y por ende cada experiencia será distinta.
Finalmente, a ti supermamá que me lees quiero recordarte que no importa que tan exitosa o no fue tu experiencia lactando a tu bebé TU ERES LO MÁXIMO pues haz hecho LO MEJOR QUE HAZ PODIDO por tu bebé y estoy segura que los sigues haciendo. Nuestra principal meta es hacer de ellos excelentes seres humanos y se predica con el ejemplo, cuando le das lo mejor de ti haces de ellos los mejores.
A ti que aún no eres una supermamá, recuerda que tienes el superpoder de producir alimento de amor para tu bebé, así es que llegado el momento confía en ti y siente la magia que DIOS te da con cada espacio de lactancia que logras.
Y a todos los demás les invito a que apoyen a cada mujer que se encuentren en esta etapa pues la comprensión, la fe, el amor y la paciencia son combustibles para hacer funcionar mejor la maquina del alimento de amor.