José Mourinho, el gran ganador, sufre derrota en el Chelsea

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Si la victoria es el único argumento de venta, no queda nada cuando uno se convierte en un perdedor.

Los clubes de fútbol siempre están despidiendo a los entrenadores, pero la separación de José Mourinho del Chelsea “de mutuo acuerdo” resulta más impactante que cualquier otro despido que se recuerde. Esto se debe a que Mourinho era el gran “ganador”, un término que ahora es casi sacrosanto en la moderna jerga de negocios.

El portugués era como un director ejecutivo que no promete nada excepto resultados, y luego los presenta, hasta que, esta temporada, de repente no los presentó. Si tu único argumento de venta al mundo es que eres un ganador, no te queda nada cuando te conviertes en un perdedor.

Durante la mayor parte de sus 15 años como director, Mourinho tuvo récord victorioso casi sin precedentes en la historia del fútbol. Ganó dos Ligas de Campeones, además de títulos de liga en cuatro países, y una vez estuvo nueve años invicto en partidos en casa.

Su genio radicaba en encontrar los puntos débiles de los contrarios — a menudo mediante horas de estudio de material en video — y explotarlos. En 2010 su equipo Inter de Milán derrotó al favorito Barcelona porque Mourinho había visto que el gran creador de jugadas del Barça, Xavi, a veces se demoraba uno o dos segundos en regresar.

En las propias palabras de Mourinho: “Si usted tiene un Ferrari y yo tengo un auto pequeño, para vencerlo en una carrera yo tengo que romperle sus ruedas o ponerle azúcar en el tanque de gasolina”.

Con sus propios jugadores, Mourinho utilizó su encanto incomparable. Su buena apariencia era un activo importante en la industria del fútbol obsesionada con el cuerpo y devota del éxito.

Bombardeaba a sus hombres con halagüeños mensajes de texto, y trataba de infundirles una mentalidad “laager”: el sentido de que el mundo estaba conspirando contra su equipo. La atmósfera febril que creó probablemente era sostenible solamente a corto plazo. Mourinho nunca ha tenido éxito durante más de dos años en ningún club.

Cuando sus equipos ganaban, Mourinho siempre se atribuía el mérito. Esto se debía en parte a que tenía mucho que demostrar: la tradición incuestionable del fútbol es que sólo los ex jugadores pueden convertirse en entrenadores, y Mourinho nunca jugó profesionalmente. De hecho para entrar en el fútbol, tuvo que entrar como traductor. Pasó de ser intérprete del entrenador del Barcelona, Louis van Gaal, en el año 2000 a ganar la Liga de Campeones con el pequeño Porto en 2004. No es de extrañarse que se jactara.

Su primera temporada en el Chelsea, de 2004 a 2007, fue mayormente triunfal. Cuando regresó a Stamford Bridge en 2013, él y el dueño del Chelsea — el multimillonario ruso Roman Abramovich — eran como una pareja de mediana edad volviendo a casarse después de algunas duras lecciones de la vida. Renegociaron su relación. Abramovich quedó de acuerdo en abandonar su hábito de comprar jugadores por sí mismo y luego imponérselos al reacio entrenador. Mourinho aceptó compartir la toma de decisiones con los cortesanos de Abramovich.

El acuerdo funcionó durante dos años. No sería justo culpar principalmente a Mourinho del colapso del Chelsea esta temporada. Como la mayoría de la gente en el fútbol, sobrevaloró la importancia del entrenador. La calidad de la selección de jugadores de un club casi siempre es más importante. Como el mismo Mourinho no puede atribuirse más méritos por sus tres títulos de liga con el Chelsea, no deberían achacársele más culpas esta temporada. El fracaso del Chelsea probablemente se debió sobre todo a la fatigada condición física de los principales jugadores como Eden Hazard.

Hay que reconocer que la fatiga de los jugadores fue en parte culpa de Mourinho. Les daba a sus mejores jugadores poco descanso. Pero eso se debió parcialmente a que el Chelsea — limitado por nuevas normas financieras que les impiden a los clubes gastar más de lo que reciben — ya no podía usar el dinero de Abramovich para financiar una plantilla de 22 jugadores de primera clase. Esta temporada los jugadores que Mourinho escogía para iniciar los partidos eran mucho mejores que sus segundas opciones.

Además, con 52 años, después de haber ganado todo, Mourinho probablemente está más alejado de los jugadores que al inicio de su carrera. Después de dos años y medio juntos, sus jugadores pueden haber aprendido a interpretar su encanto como manipulación. Sin embargo, las relaciones interpersonales en el Chelsea son probablemente una cuestión secundaria. En el fútbol, los resultados tienden a formar la moral, en lugar de que la moral produzca resultados.

Cuando el Chelsea comenzó a perder, Mourinho respondió mal. Durante la mayor parte de su carrera había culpado de sus derrotas a los árbitros, pero esta temporada se volvió públicamente hacia sus propios jugadores, un tipo de deslealtad no aceptado en el fútbol.

Sus declaraciones de culpabilidad a menudo se interpretan como astutos “juegos mentales”. Sin embargo, lo más probable es que Mourinho fue simplemente incapaz de aceptar la culpa de la derrota porque la imagen que tenía de sí mismo era la de un ganador. Algunos entrenadores prometen fútbol bonito o comportamiento caballeroso; pero Mourinho era un ganador o no era nada.

Eso hace que el fracaso en el Chelsea sea tan doloroso para él. A principios de este año había dirigido su encanto hacia el París Saint-Germain, probablemente esperando que ése fuera su próximo equipo. Pero ahora que es un mal perdedor en lugar de un mal ganador, los clubes más grandes podrían buscar otras opciones.