Esclavitud y trabajo infantil ligado a industria de camarones

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SAMUT SAKHON, Tailandia. Trabajadores migrantes pobres y niños son vendidos a fábricas en Tailandia y obligados a pelar camarones que terminan en cadenas de abastecimiento globales, incluidas las que sirven a Wal-Mart y Red Lobster —el mayor minorista y la mayor cadena de marisquerías del mundo, respectivamente— según una investigación de The Associated Press.

En la fábrica Gig Peeling Factory, había casi 100 trabajadores birmanos atrapados, la mayoría trabajando por un sueldo mísero. Pasaban 16 horas al día con sus doloridas manos en agua helada, quitando las tripas, cabezas, colas y conchas de los camarones. Una niña era tan pequeña que tenía que ponerse de pie sobre un taburete para llegar a la mesa de trabajo. Algunos pasaron así meses, incluso años. Siempre había alguien vigilando.

“No nos dejaban descansar”, dijo Eae Hpaw, de 16 años, cuyos brazos son un mosaico de cicatrices de infecciones y alergias relacionadas con el marisco. “Dejábamos de trabajar alrededor de las 7 de la noche. Tomábamos una ducha y dormíamos. Luego volvíamos a comenzar alrededor de las 3 de la madrugada”.

Más de 2.000 pescadores atrapados han sido liberados este año como resultado de una serie de artículos de investigación de The Associated Press sobre la esclavitud en la industria pesquera tailandesa. Los reportes han llevado además a docenas de detenciones, incautaciones valoradas en millones de dólares y propuestas de nuevas leyes federales.

La trata de personas generalizada ha ayudado a convertir a Tailandia en uno de los mayores proveedores de camarón del mundo. A pesar de las reiteradas promesas de empresas y gobierno de limpiar la industria de exportación pesquera del país, valorada en 7.000 millones de dólares, los abusos persisten alimentados por la corrupción y la complicidad de policías y autoridades. Las detenciones y enjuiciamientos son poco habituales. Las redadas pueden terminar enviando a migrantes sin documentación legal a la cárcel, mientras los propietarios quedan impunes.

“Me sorprendí tras trabajar allí un tiempo y darme cuenta de que no había forma de dejarlo”, dijo Tin Nyo Win, de 22 años, otro ex empleado de la factoría, quien solía pelar unos 80 kilos (175 libras) de gambas con su esposa por solo 4 dólares al día.

Esclavitud y trabajo infantil ligado a industria de camarones

Cientos de cobertizos en los que se pela camarón están ocultos a plena vista en Samut Sakhon, a una hora de Bangkok, algunos con esclavos encerrados dentro. El mes pasado, periodistas de AP siguieron y grabaron cómo camiones llenos de camarón recién pelado iban de Gig a importantes empresas de exportación tailandesas. También registraron conexiones similares desde otra fábrica en la que se hizo un cateo hace seis meses, y entrevistaron a más de dos docenas de trabajadores de ambos lugares. Varias compañías habían recibido gambas contaminadas, incluyendo Tahi Union, una de las mayores empresas de marisco del mundo, y una filial.

Las gambas de acuacultivos pueden mezclarse con otros lotes durante su empaquetado, etiquetado y envío, lo que hace posible determinar dónde fue pelado cada ejemplar. Pero dado que al menos algunos de los exportadores de gambas de Tailandia fueron procesados por trabajo forzoso, todo esto se considera que está relacionado con esclavitud, según estándares de Naciones Unidas y Estados Unidos.

Registros de aduanas de Estados Unidos muestran que los camarones llegan a las cadenas que abastecen a las principales cadenas de supermercados del país y a minoristas como Wal-Mart, Kroger, Whole Foods, Dollar General y Petco, junto a restaurantes como Red Lobster y Olive Garden. También entran en la red de distribución de algunas de las marcas de marisco más conocidas del país y a alimentos para mascotas, entre ellas Chicken of the Sea y Fancy Feast. Periodistas de AP visitaron supermercados en los 50 estados del país y encontraron productos de camarón de firmas presumiblemente vinculadas a trabajos forzosos.

Los registros de importación y exportación de Europa y Asia son confidenciales, pero las empresas que comercializan los camarones rastreados por la AP dicen que realizan envíos a esos continentes. Reporteros de AP en Alemania, Italia, Inglaterra e Irlanda hallaron varias marcas con origen en Tailandia en supermercados de sus respectivos países.

Las empresas que respondieron a los hallazgos de AP condenaron las prácticas que provocan esas situaciones. Muchos pidieron más detalles y dijeron que estaban realizando investigaciones.

Wal-Mart, Red Lobster y otras empresas explicaron que se esfuerzan por asegurarse de que las gambas que reciben no son sospechosas de haber sido tratadas por trabajadores forzados.

“Como la cadena de marisquerías más grande del mundo, sabemos el importante papel que jugamos para establecer y asegurar el cumplimiento de los estándares de la industria, y estamos comprometidos a hacer nuestra parte para asegurar que el marisco que compramos y vendemos tiene un origen ético, responsable y sostenible”, dijo Red Lobster en un comunicado.

Red Lobster, Whole Foods y H-E-B Supermarkets estaban entre las empresas que dijeron estar seguras — en base a afirmaciones de su proveedor tailandés — de que sus camarones no estaban relacionados con prácticas laborales abusivas. Ese proveedor admite que no sabía de dónde obtenía todo el producto y envió una nota con medidas correctivas a las empresas estadounidenses que le pidieron respuestas la semana pasada.

En respuesta a las peticiones de explicaciones de empresas de Estados Unidos tras las revelaciones de AP, el director general de Thai Union, Thiraphong Chansiri, reconoció “que producto con origen ilícito podría haber entrado de forma fraudulenta en su cadena de suministro”.