Entra al juego del poder otra mujer

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La investidura ayer de la diplomática Sahlework Zewde como presidenta de Etiopía, la primera mujer en ocupar este cargo, supone para muchos el desenlace natural de quien ha dedicado toda una vida a representar a su país en África.

“Servir es mi pasión, especialmente servir a un país y a una causa. He trabajado como funcionaria pública toda mi vida y el servicio público ha sido el núcleo de mi vida”, aseguró en 2014 Sahlework, de 68 años, hablando de sus pasiones.

Nacida y criada en Adís Abeba, Sahlework, de etnia Amhara, se graduó en Ciencias Naturales en la Universidad de Montpellier (sur de Francia), donde vivió durante nueve años antes de regresar a Etiopía para dar comienzo a su carrera diplomática en 1989.

Desde entonces, y tras un breve paso por el Ministerio de Educación, ha trabajado como embajadora de Etiopía en Senegal (de 1989 a 1993) -con acreditación para Malí, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Gambia y Guinea-, Yibuti (de 1993 a 2002) y Francia, antes de dar el salto en 2009 a Naciones Unidas.

Su primer puesto en la ONU -tras dejar su cargo como representante permanente de Etiopía ante la Unión Africana- fue como jefa de la Oficina Integrada para la Consolidación de la Paz en la República Centroafricana (BINUCA), donde rescató su experiencia en prevención y consolidación de la paz.

Dos años después, protagonizó un primer hito histórico al convertirse en la primera persona en asumir el cargo de directora general de la oficina de la ONU en Nairobi (UNON), nombrada por el entonces secretario general, Ban Ki-moon.Y en junio de 2018, se convirtió en la primera mujer en asumir el papel de representante especial del secretario general de la ONU, António Guterres, ante la Unión Africana (UA).

Madre de dos hijos y hermana de tres mujeres, Sahlework es también una férrea defensora de una mayor igualdad de género en organismos internacionales, procesos de paz y resolución de conflictos.