El peligroso proceso de romper paredes para encontrar pepitas de oro en las minas de Abangares

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ABANGARES. Con escasas medidas de seguridad y en medio de conflictos por la propiedad de tierras, la minería de oro artesanal subsiste en la localidad de Abangares, en Costa Rica, donde la fiebre del oro se mantiene vigente desde hace décadas.

Extensas y duras jornadas en las minas de las montañas de Abangares, en la provincia de Guanacaste (noroeste), son el pan de cada día para unos 800 mineros conocidos como “coligalleros”, que en muchas ocasiones arriesgan su integridad física en busca de unos gramos de oro.

El Gobierno costarricense permite este tipo de actividad, siempre que se respeten medidas ambientales y que los mineros estén asociados en una cooperativa. En la actualidad existen tres de ellas en la zona.

“La minería es artesanal. Hay dos o tres compradores de oro grande. Un gramo de oro vale alrededor de 15.000 colones (28 dólares), el que saca cinco gramos está volando (buena racha)”, explicó a Efe el exminero Ronald Montoya.

El proceso para hallar el oro no es sencillo, comenta Montoya, pues no se trata de cavar o romper un pared y encontrar una pepita de oro.

“El oro está en cuarzo. Hay que sacarlo en bruto, pasar por el quebrador para disminuir el tamaño de la piedra, luego una plancha de hierro para triturar y sacar partículas por medio de fricción. Luego viene el proceso con mercurio que atrapa el oro con algunas impurezas”, relató Montoya.

Luego aparece un proceso de lavado para remover el mercurio y finalmente con fuego se desprenden los residuos, que da como resultado final el oro.

En los túneles de estas minas artesanales los trabajadores arriesgan sus vidas ante la posibilidad de que ocurra algún derrumbe de las paredes y las medidas de seguridad son prácticamente nulas, con excepción de las cuerdas que utilizan para descender.

En los últimos años en la zona se han recrudecido las disputas entre los dueños de fincas, cooperativas y los mineros que ingresan a sus terrenos en busca de oro.

Incluso ha habido denuncias de guardias de seguridad privada que han disparado cuando advierten de la presencia de los “coligalleros”.

El peligroso proceso de romper paredes para encontrar pepitas de oro en las minas de Abangares

“Mucha gente vive de esto. Es una fuente muy vieja de trabajo de Abangares. Antes venían compañías extranjeras y se llevaron grandes riquezas que el Gobierno nunca vio”, manifestó a Efe el minero Helbert Carvajal.

Comentó que los “coligalleros” son personas que “se meten en esos huecos que dejaron las grandes compañías y aprovechan esos pedazos”.

“La vida del coligallero no es nada fácil, hay que ver lo que hay que joderse”, expresó Carvajal.

La historia de las minas de oro en Abangares data de 1884, cuando fueron descubiertas por Juan Alvarado y desde entonces han sido explotadas por empresas o personas extranjeras, pero en las últimas décadas el Gobierno solo ha otorgado permisos a los mineros artesanales organizados en cooperativas.

Sin embargo, muchos de ellos no confían en las cooperativas y su forma de trabajar, por lo que siguen explotando oro como tradicionalmente lo han hecho, por sus propios medios y bajos sus propios códigos.

Abangares es conocido como el cantón minero de Costa Rica, pues allí se localizó la industria minera de oro más grande de toda la historia de este país centroamericano, que hoy tiene prohibida la explotación de ese metal a cielo abierto.

En 1889 Juan Alvarado vendió su mina a la compañía estadounidense “Anglo American Exploration Development Company Limited” y también se instaló la “Abangares Gold Fields of Costa Rica”, del estadounidense Minor Keith.

La fiebre del oro atrajo inmigrantes centroamericanos, italianos, jamaicanos, chinos, alemanes, ingleses y estadounidenses.

La minería le produjo mucha riqueza al empresario estadounidense Minor Keith, pero en 1931 su compañía abandonó la región debido a la depresión económica de 1929 y a la escasez de yacimientos auríferos.

Desde jóvenes hasta viejos, esta actividad se mantiene vigente. Vehículos y motocicletas destartaladas, botas de hule, viejos utensilios y maquinas, es el panorama que estos hombres enfrentan día a día en busca de algo de oro y por qué no, un golpe de suerte que les dé algo de riqueza para el sustento de sus familias.