Contrariedad entre Microsoft y Apple trae inconvenientes

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NUEVA YORK. Si te sorprendiste al ver a un alto ejecutivo de Microsoft subir al escenario durante el lanzamiento más reciente de productos de Apple la semana pasada, más vale que te acostumbres a tales situaciones. La propagación de las plataformas digitales, la facilidad con la que se pueden formar redes colaborativas, y la disposición de los empleados de trabajar cruzando las fronteras corporativas que sólo recientemente se han vuelto ‘porosas’, indican que habrá más pactos entre antiguos rivales — y esto acarreará tanto problemas como beneficios.

“Amienemigo” es el término técnico para este tipo de relaciones. Jessica Mitford escribió en 1977 que una de sus hermanas de la alta sociedad había acuñado este término poco elegante para referirse a “esa gente en la ‘periferia’ cuya proximidad, ya sea territorial o laboral, exige la frecuente invitación a una cena y la aceptación de su hospitalidad retribuida”. Sir Martin Sorrell le dio una visibilidad corporativa más amplia en 2006, cuando utilizó el término para describir a Google, una compañía que era a la vez útil y amenazante a WPP, el grupo publicitario que él encabeza.

En las empresas, como en las relaciones personales, el índice relativo entre amistad y enemistad varía. La promoción por parte de Microsoft de sus aplicaciones de software Office en un evento donde Apple estaba promocionando sus nuevos y resplandecientes productos de hardware demuestra sus respectivas prioridades institucionales, particularmente tras el cambio de los dispositivos a la computación en la nube que perseguía obtener el director ejecutivo de Microsoft Satya Nadella, quien asumió el cargo después de Steve Ballmer, de una personalidad más belicosa, en 2014.

La analogía de la cena de Mitford es útil. Microsoft es el vecino insufrible, cuyos intentos de obstaculizar la vista de Apple con un espantoso cercado de arbustos tienen que dejarse a un lado para permitir una discusión civilizada durante la comida sobre el sendero compartido que conduce a las puertas separadas de las dos compañías. Por otro lado, Samsung, la cual suministra componentes a Apple mientras que compite directamente en el área de los dispositivos, es el invitado que trae una buena botella de vino, pero que se jacta públicamente de su propia superioridad tan pronto se despide.

La amienemistad se está propagando. A principios de este año, y a pesar de tener su propio sitio web chino, Amazon creó una tienda en Tmall, el sitio de empresa a consumidor operado por Alibaba, reconociendo que, si bien los compradores pudieran ser los mismos, los modelos empresariales de los dos sitios eran distintos (a diferencia de Amazon, Alibaba sirve a otros minoristas y no obtiene ni vende productos). Ron Adner, de la Tuck School of Business del Dartmouth College, y sus coautores han señalado que los fabricantes de automóviles ya están teniendo que decidir si permitir el uso de aplicaciones de software desarrolladas por antagonistas centenarios en sus vehículos.

Pero no nos vayamos solamente por el lado agradable. Las rivalidades antiguas están latentes, no extintas. La nueva iPad Pro se asemeja tanto a la Surface — la tableta convertible de Microsoft — que Steven Sinofsky, el ex ejecutivo de Microsoft que trabajó en ella, envió un tuit sarcástico dándole la bienvenida al nuevo dispositivo. Y, por supuesto, la cáustica historia de lo que Bill Gates tomó prestado de Steve Jobs, y viceversa, se remonta a un largo tiempo atrás.

Y, lo que es más, la amistad entre los grandes competidores a menudo está a tan sólo un correo electrónico de distancia de convertirse en una barrera que impida la entrada. Un sinnúmero de empresas están simplemente ‘encantadas’ de colaborar con Apple — como proveedoras de aplicaciones, por ejemplo — y competir entre sí. El cultivar esta red, de la misma manera en la que lo haría un fabricante a la antigua en relación con sus proveedores competidores — redunda en el beneficio de Apple. Sin embargo, la animada interacción entre Apple y Microsoft pudiera parecer un desaire a las empresas que no sólo quieren un lugar en la misma mesa, sino que quieren organizar su propia fiesta que incluso sea mejor. El amienemigo de su enemigo es casi seguro que no sea su amigo.