Altos precios en los alimentos de la canasta familiar

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SANTO DOMINGO. Al mes de septiembre de 2015, la inflación interanual alimentaria en República Dominicana fue de 7.2 %.

Este incremento supera la media latinoamericana, que fue de 7.1%, aunque es inferior a los niveles alcanzados en Argentina (11.8 %), Brasil (10 %), Haití (12.6 %) y Uruguay (9.5 %), según el más reciente informe que sobre los precios de los alimentos en América Latina y el Caribe publica la Organización de las Nacionales Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El informe que sobre la inflación divulga el Banco Central también refleja la carestía de los alimentos en República Dominicana, lo que atribuye a “la sequía experimentada recientemente en el país, considerada la más intensa desde 1997”.

En su informe para octubre, afirma que para ese mes, la inflación interanual acumulada es de 9.12%, en el grupo de bienes de alimentos y bebidas no alcohólicas. Sólo en octubre, los precios en este renglón se inflaron en 2.36%, lo que contrasta fuertemente con el hecho de que la tasa inflación acumulada para toda la economía apenas alcanzó un 1.23% a octubre de 2015 con relación a octubre de 2014 (que es la variación interanual).

Se puede preguntar “¿cómo cabe un incremento del 9.12% en los alimentos en un aumento de 1.23% de los precios para toda la economía?”

La respuesta consiste en que la elevada inflación alimentaria fue compensada por la menor, aunque también elevada deflación en los precios de los combustibles, que registró una tasa negativa de 8.8 %.

La caída de los precios internos de los combustibles es resultado del desplome que desde junio de 2014, experimentan en el ámbito internacional. A octubre del 2015, el incremento de los precios de los alimentos es el más elevado desde 2011, cuando el aumento interanual fue de 10.3%.

Los alimentos y bebidas tiene una ponderación media en el gasto de los hogares de un 25.1 %. Pero es mucho mayor en los hogares pobres, que son el 40% de la población (primer y segundo quintil).

Así, los más ricos tienen menor inflación, y mientras más pobre se es, más altos precios se paga por comer.