Cada minuto cuenta para los cientos de migrantes que en las últimas horas buscan inscribirse en el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, que hoy llega a su fin. Más de uno ha pasado la noche en las afueras de los centros habilitados para el proceso migratorio. Cada quien tiene una historia que contar.
Las filas en las distintas zonas de impacto parecen ser interminables y cómo se acomodan es más desalentador; entre uno y otro solo les queda espacio para respirar.
Las medidas de seguridad han sido reforzadas en los centros de la capital, luego de los disturbios escenificados ayer en los predios del edificio de oficinas gubernamentales Juan Pablo Duarte (El Huacal), cuando un grupo de cañeros intentó entrar a la fuerza a las instalaciones donde se desarrolla el procedimiento y fueron impedidos por agentes policiales y los gases lacrimógenos que lanzaron. En la zona cerca de 150 agentes prestaban servicios.
La acción también se replicó próximo al centro ubicado en la carretera de San Isidro, donde el espacio es más pequeño y el caos más evidente. Se entregaron ayer más de 200 turnos, según contó a LISTÍN DIARIO el supervisor Randol Castillo. Varios haitianos relataron que permanecían en el lugar desde hace tres días intentando acogerse al programa.
En su mayoría, los usuarios esperaban de pie, mientras algunas mujeres se sentaban en el suelo para mitigar el cansancio, otras amamantaban y alimentaban a sus pequeños hijos.
Ayer, las puertas de acceso a ambos edificios permanecían cerradas por un contingente policial, mientras decenas de agentes se unían en un cordón que rodeaba las filas de los migrantes que aguardaban en la intersección de las avenidas Francia y Leopoldo Navarro para subir a la oficina ubicada en el segundo piso de El Huacal, evitando así la ocurrencia de cualquier eventualidad violenta.
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