Vertedero a orilla de canal es una amenaza ambiental

0
2

Nizao, municipio de la provincia Peravia, caracterizado por sus hermosas playas y biodiversidad, pero que esconde un vertedero improvisado que, durante años, ha acumulado la basura de todo el pueblo además de estar rodeado de un canal de riego ya afectado por los desperdicios.

Cada día a este vertedero llegan camiones repletos de desperdicios, muchos provenientes de la Alcaldía de Nizao y el pueblo Don Gregorio, pues el terreno es propiedad de un hombre al cual el ayuntamiento le paga para que sea utilizado como depósito de desechos.

El lugar no está muy lejos del centro del pueblo y está rodeado de parcelas agrícolas. En los terrenos de siembra, las personas que trabajan lo hacen ya con normalidad y aseguran que los desperdicios no les afectan su salud, aunque desde lejos se puede observar el humo que emana de la quema de los desperdicios.

¿Quién es el responsable de esta quema? Nadie lo conoce y nadie sabe. Al día son muchos los camiones, motores de carga e incluso personas a pie circulan entre las montañas de basura.

Para ellos ya es una actividad diaria normal. Entre los visitantes que llegan están los llamados “buzos”; personas que van en busca de metales u objetos valiosos para vender, como la plata. La gente llega con botas y con zapatos protectores debido a los pedazos de vidrio y objetos punzantes que están a la intemperie.

El mal olor no es tan fuerte, ha disminuido por la falta de lluvia y el fuerte sol ha mantenido la basura seca, pero el humo que flota en el aire es solo un claro ejemplo de la contaminación que emite este vertedero.

Las montañas de basura abarcan toda una esquina, hay pedazos de árboles, neumáticos, plásticos, zapatos, ropa, botellas de vidrio y de plástico, cubetas, muebles, pedazos de canastas y hasta desechos de comida. Animales muertos también son hallados entre los desperdicios, como perros y ratas.

José, uno de los buzos que va en busca de metales y objetos de valor, cuenta que el vertedero lleva algunos siete años y los moradores de Nizao no tienen otro lugar donde depositar la basura.

Buscar objetos valiosos se ha vuelto un trabajo de este hombre de 53 años, antes trabajaba en construcción; pero con la venta de hierros y plata que recolecta del vertedero al día gana entre 800 y 1000 pesos, por eso decidió dejar su otro empleo.

Cada día observa cómo los camiones del ayuntamiento llegan a dejar los desperdicios, aunque antes de llegar en su camino, ya van dejando desperdicios, afectando principalmente al canal de riego, más conocido como “la rigola” en el pueblo, una fuente vital para la agricultura de la zona.

La basura ubicada por todas partes ya ha contaminado su agua, pues uno de sus visitantes cuenta que hasta animales muertos ha visto posar en este, además de las bolsas de basuras que la gente deposita, sin importar a donde terminan.

Ya muy al fondo de estos desechos, vive una pareja, no en una casa como tal, sino rodeados de lonas con pocos hoyos, no tiene piso, sino la tierra del terreno, con un pequeño espacio para cocinar al aire libre. No tienen estufa, nevera, ni lavadora, cocinan en un fogón, lavan con el agua que pasa por “la rigola”.

El espacio donde duermen está cubierto con pedazos de madera y dos colchones rotos y sucios en el piso con algunos troncos que mantienen las lonas cubriendo el pequeño espacio.

No tienen comida, pues comen lo que consigan en el día a día y no hay un lugar para almacenarla, no hay electricidad ¿Y qué hacen si sobra comida? “La botamos”.

El agua que utilizan para lavar es la misma con la que se bañan, “yo te hablo la verdad, esa agua no es muy buena para bañarse”, dijo la mujer que lleva ya dos años viviendo entre los desechos.