Por Marina Aybar Gómez
Con la actual rectora Emma Polanco Melo, en la UASD se inauguran las gestiones y procesos fortalecedores de la institución, otrora sometida al constante descrédito externo e interno para hacerla zozobrar como institución fuerte y necesaria para la colectividad.
El avance y permanencia de esta institución descansa también en cada universitario consciente del rol y compromiso que la misma tiene con la sociedad nacional y con la proyección del país a nivel internacional.
¡Por fin, la UASD encaminada, mucho mejor, hacia la permanencia y proyección institucional, en un mundo donde cada vez son más reiterados y despiadados los ataques hacia las universidades públicas, dardos que se tornan efectivos cuando el debilitamiento tiene una palanca operativa desde su interior que recurre a zancadillas electoreras, mentiras, conciliábulos, culto a la simulación y a la traición.
Al día de hoy, mientras se recrudecen los ataques contra la educación pública superior, la Primada de América no necesita enemigos porque le sobran. Y cuando se aproximan certámenes electorales, la agresión contra la Primada de América se torna constante, por lo que sus estudiantes, profesores y empleados deben alinearse en un objetivo común: repeler las constantes incertidumbres que persiguen su debilitamiento progresivo, una estocada mortal que amenaza con la desaparición de la educación pública superior asequible para cada dominicano, ya que la UASD es la real institución pública de educación superior en el país.
Preocupa que no teniendo excusas ni argumentos desde aceras proselitistas, los enemigos de la UASD desarrollen propagandas feroces para intentar desacreditar la gestión histórica que encabeza la rectora Dra. Emma Polanco Melo, gerente universitaria cabal y a tiempo completo.
Duele profundamente que existan proselitistas “universitarios” mal intencionados que utilizan sus energías incluso contra la institución misma; pero al elevar sus estrategias lacerantes, la realidad universitaria actual les desmiente de inmediato, incluso desde sus propios adeptos. Porque, hoy, al interior de la UASD se siente el cambio positivo que ha impregnado la gestión actual, quien no llegó de la Luna porque su principal liderazgo (encabezado por Polanco Melo) ha sido construido paso a paso con su mística, formación y ejercicio constante durante 37 años de labores ininterrumpidas y exitosas en todas las instancias académicas.
La actual rectoría de la UASD sepultó históricas diatribas que se multiplicaban por segundos y separaba a sus miembros y a la institución misma de sus objetivos. Ahora sí se ve más cerca, real, el concepto familia universitaria, por muchos años añorado, muy lejano. Porque hablar de unidad en la UASD es transitar por encima de la excesiva retórica distante del ejercicio académico; en la cotidianidad universitaria debe primar la práctica constructiva, la calidad, la solidaridad, el respecto, la convivencia, la tolerancia, la convivencia, el respeto y tener como norte el conservar la democracia. Si eso se aleja, entonces, no hay ciclos formativos.
En la práctica que busca la realización de la gran familia uasdiana doña Emma Polanco Melo da cátedra con su liderazgo y ejercicio cotidiano para el fortalecimiento de la gran casa, la UASD, única y real esperanza para la juventud dominicana, segmento poblacional cada vez más sumido en incertidumbre y desesperación cuya situación actual hace incluso perder la esperanza en el anhelo de un real país.
Polanco Melo “mueve cielo y tierra” para que se respeten los derechos de cada universitario, no como otrora era visto y practicado: antes, servicios de salud como una tarea de mendigos, donde los servidores uasdianos eran retenidos en los centros (problema ya superado); pesadilla al no saberse qué día se iba realizar el pago mensual (estabilidad lograda); no debe olvidarse para evitar repetirlo, que la Primada de América llegó a un punto tan negativo que la institución lo que menos parecía era una universidad mientras se aproximaba a un mercado de pulgas; a una desordenada calle del país; con su gobernabilidad lesionada para aparentar ser un barco sin rumbo y sin timón. ¡Evitarlo a como dé lugar, es el imperativo a seguir!
Y ahora, la rectoría actual gestiona para que a las personas se les pague a tiempo por las tareas que realizan; dejó atrás la práctica de los pagos únicos ejecutados con cinco y seis meses de retraso; ya es historia el hecho de que docente o investigador y administrativos tenían que mendigar sus derechos, o supeditar su avance si era adepto del rector de turno.
Hay júbilo en las autoridades actuales cada vez que los estudiantes egresan con alegría con un pie de apoyo para insertarse en otro momento trascendente de sus vidas: el laboral. Se expande la educación superior uasdiana a regiones de todo el país con la creación de centros y recintos; en fin, se le ha dado un rostro institucional y humano a las relaciones internas en la Universidad y se ejecutan diversas tareas que les son propias.
Loable la gestión universitaria ante la crisis que provocó el coronavirus en el país durante la cual la UASD impacta de forma oportuna y positiva a la comunidad universitaria completa al albergar protección en una situación de salud, con el trabajo unificado de todas las instancias institucionales, favorable a cada universitario y sus familiares; en tiempo récord se enfrentó la crisis mundial sin que los estudiantes perdieran sus semestres; y de forma simultánea ha hecho presencia conjunta como entidad de reforzamiento para las acciones gubernamentales en beneficio de todo el país.
Y lo anterior no llega como golpe de suerte: El rescate de la credibilidad institucional es una misión presente en el día a día de la rectora, que inicia antes de las siete de la mañana. Que no se olvide, que Desempeña su función rectoral a tiempo completo. E inspecciona, verifica, chequea, sin hacer ruídos porque no necesita “promoverse”.
Mística constante, por la recuperación, crecimiento, permanencia y proyección de la UASD
Prima en la gestión uasdiana actual el esfuerzo institucional por el caminar correcto en el ámbito académico y en el acompañamiento de los estudiantes como parte esencial de la gran casa: ahí están las elevaciones de los puntajes relativos a la transparencia, gestionar con eficiencia la ARS UASD, acercar la Universidad al Estado como un ente al servicio de la nación, colaborando con sus recursos en la solución de una emergencia de salud como acontece. Porque, para ser gerente universitario, es menester demostrarlo también en situaciones de crisis.
Improcedente es, entonces, atacar a quienes todo lo dan por la institución para la cual trabajan y a tiempo completo como es el caso de la Dra. Emma Polanco. Y esta práctica dañina se está visibilizando también en la precampaña universitaria como la que se avecina, como si Polanco Melo fuera aspirante que busca la reelección, en vez de proponer sus programas a ejecutar para mejorar la UASD y colaborar con un mejor país. ¡La mezquindad no debería formar parte de una Universidad!
No es uasdiano ni entiende su esencia todo aquel que ve su existencia e importancia fuera de su Estatuto Orgánico, lineamientos y valores. A esos propagandistas no les importa ni la institución ni sus profesores ni sus estudiantes ni sus empleados. No les importa el ideal de academia de estudios superiores abierta, pública, acreditada y eficiente. No les importa ni la juventud ni el avance del país ni sus instituciones ni sus leyes.
Los enemigos internos de la UASD se valen de sectores externos para lanzar denostaciones desmedidas y acres contra lo que el país exige: una institución fuerte, eficiente, que realiza procesos genuinamente académicos y con calidad. Ese es el ideal a lograr porque no es una calle cualquiera arrabalizada por la inmundicia, la avaricia, y el mercantilismo; tampoco es una pulpería: La UASD es el sueño es la esperanza de movilidad de cada dominicano y tiene que seguir avanzando, albergando a esa juventud sin futuro a la cual le cierran todos los espacios nacionales.
¡Ay de la Primada de América si se asumen como norte los enfrentamientos irracionales en los cuales subyace el desacreditarla! Todos tenemos derecho a entrar en campaña, pero jamás a reducirla ni a minarla.
Los logros evidentes alcanzados por la gestión 2018-2022 tienen que ser multiplicados por las gestiones siguientes. Ese es el desafío y es lo que deben plantear los candidatos a la comunidad universitaria y al país, un programa que responda a las expectativas que exige una sociedad de avanzada y una universidad fuerte.
Ese debe ser el norte de todos los aspirantes actuales en las elecciones universitarias: portarse como académicos, exhibir qué han hecho a favor de la UASD, de la ciencia, de la docencia, del país. Y cómo piensan multiplicar los esfuerzos en pos de su eficacia, fortalecimiento y eficiencia.
No han valido truchimanerías ni zancadillas para hacer naufragar al equipo universitario actual, mendiante la desinformación y con el lanzamiento de dardos envenenados contra la señora rectora.
Sana sugerencia es que escojan otros temas para sus campañas porque no les resultará enfilar sus dardos contra la señora rectora, quien seguirá cumpliendo con sus funciones, está en trabajo, en acción permanente propia de sus tareas institucionales, no está en reelección. Su trabajo habla por ella.
A los que cuestionan a doña Emma, recuerden que esa no es la forma de ganar prosélitos; la UASD como es de todos, debe estar fuera de la politiquería, de las zancadillas proselitistas de patio. Dudo que en algún lugar del país se respete más la democracia como acontece en la actual gestión universitaria; entonces, ese valor no debe irrespetarse ni destruirse.
La altura de la UASD y de la academia en general depende de quienes la dirigen y de quienes aspiren a dirigirla, parámetro interesante para los electores tomar en consideración a la hora de emitir sus sufragios.
Un uasdiano evita debilitar o destruir su academia. No apuesta a su destrucción; la cuida y la ayuda a crecer para que maximice sus servicios, su competitividad, su proyección y credibilidad nacional e internacional; dañar la UASD es herir los sueños de un mejor país y sus habitantes.