Peña Nieto encara enfrentamiento con maestros disidentes

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El presidente de México, Enrique Peña Nieto, está bajo presión para suavizar las importantes reformas educativas después de semanas de protestas magisteriales — que en ocasiones se han tornado mortales — y del desplome de sus índices de popularidad.

En un sistema de enseñanza en el que más de la mitad de los estudiantes de 15 años de edad no dominan las matemáticas básicas, la reforma es uno de los cambios políticos más importantes impulsados por el Sr. Peña Nieto durante sus primeros dos años de mandato. Los estudiantes mexicanos están entre los peores de la OCDE, por lo que las reformas son clave para mejorar la baja productividad y llevar a México a las “grandes ligas” de las economías mundiales.

Sin embargo, un sindicato de maestros disidentes, la CNTE, quiere desechar el proyecto de reforma, el cual introduce un sistema basado en el mérito para designar, ascender y despedir maestros. El sindicato lleva semanas bloqueando carreteras y manifestándose, una situación que se ha extendido más allá de la base de poder del sindicato en el sur del país hacia la Ciudad de México y el norteño estado de Nuevo León.

El lunes, funcionarios de la CNTE se reunieron con mediadores de la Secretaría de Gobernación para intentar superar este atolladero, pero sólo consiguieron un compromiso para continuar las negociaciones. El sindicato principal SNTE, que había respaldado previamente la reforma, ha presentado una docena de demandas propias. Éstas incluyen cambios en la evaluación de los maestros, el pilar de las reformas.

“Hay mucha presión para suavizar la reforma”, afirma Marco Fernández, profesor del Tecnológico de Monterrey e investigador del grupo de estudio México Evalúa.

El gobierno insiste en que la reforma saldrá fortalecida después de tomar en cuenta las preocupaciones de los maestros. “Estamos analizando cómo podemos mejorar los procesos”, dijo Javier Treviño, Subsecretario de Educación. “No habrá marcha atrás a la reforma educativa”.

En un país donde muchas escuelas de zonas rurales carecen de suelos, agua corriente o electricidad, apuntó que se había mejorado la infraestructura de más de 42,000 escuelas. Se anunciarán nuevas propuestas para reformar el plan de estudios en las próximas semanas y ya 150,000 maestros, de una cifra de 1 millón, han tomado las pruebas de rendimiento.

Pero las garantías oficiales de progreso están abiertamente en desacuerdo con la percepción pública conforme las protestas se han convertido en otro problema mayor para el desventurado gobierno.

El mes pasado, ocho personas murieron cuando ocurrió un tiroteo en una protesta de maestros disidentes en la que — aunque la policía federal inicialmente lo negó y posteriormente lo admitió — algunos oficiales estaban armados. Aunque los alborotadores parecen haber sido grupos no magisteriales aliados a la CNTE, la lenta reacción del gobierno fue otro desastre de relaciones públicas.

Incluso después de la desaparición sin resolver de 43 estudiantes de pedagogía en septiembre de 2014, y un escándalo dos meses más tarde en torno a la mansión de su esposa que financió un contratista del gobierno, los índices de aprobación del Sr. Peña Nieto nunca han caído tan bajo, alcanzando el 29 por ciento.

Las protestas de los maestros son sólo la última desgracia: el partido gobernante PRI sufrió una aplastante derrota en las elecciones gubernatoriales el mes pasado y María de los Ángeles Moreno, ex presidenta del partido, dijo al diario El Universal: “Eso podría ser el preludio de las elecciones presidenciales de 2018”.

La seguridad es una de las principales preocupaciones de los votantes, pues las tasas de homicidios a nivel nacional se han elevado. El compromiso del gobierno de luchar contra la corrupción también fue cuestionado después de que el PRI contribuyó a suavizar una reforma contra la corrupción en el Congreso y Peña Nieto tuvo que utilizar su veto para devolverla al senado.

La victoria en esta batalla de voluntades con los maestros será crucial para el presidente en desgracia. “El descontento se hace patente”, dijo Sergio Aguayo, analista político.

Por Jude Webber (c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved