Las metaleras, un negocio mayormente irregular dedicado a la recogida y venta de chatarras, ha convertido la carretera Sánchez, específicamente en el sector Barsequillo, en una zona dedicada a la compra y venta de “hierros viejos” como metales, plástico, bronce “de todo un poco”.
Mayormente, la gente es quien hace llegar estos objetos a los negocios, pero no siempre “la cosa está buena”, hay ocasiones en las que deben salir a buscarlos.
Los precios de estas chatarras varían, pues muchos las venden económicas y otros no, pero la mayoría coincide con un mismo precio; 12 pesos por kilo, a pesar de estar en una misma zona.
Alrededor de 1.5 kilómetros abarcan estos puestos de compra y venta de metales. Muchos tienen más de 30 años y otros poco más de dos años. La mayoría no son negocios regulados.
Estos llegan hasta las aceras, la mayoría bloquea el paso a los peatones. Muchos de estos lugares almacenan metales desde hace un buen tiempo.
En algunos, los metales no duran ni una semana, pues según estos comerciantes informales, el proceso es llenar un camión y trasladarlos a su lugar de destino, que son empresas que les compran este tipo de mercancía, “de la chatarra hay que deshacerse de ella obligado”. Pero hay otros que tienen almacenados metales y hierros con más de dos años guardados, alegan que como están guardados, no afectan.
En ocasiones, los camiones no se llenan en un solo día, muchos tardan hasta 15 días para ser trasladados a sus respectivos destinos.
Unos creen que la basura ha disminuido por el interés de la gente en recoger estos desechos para así ganar dinero, otros consideran que todo sigue igual.
En el caso de que existiera la posibilidad de que las autoridades les solicitaran a estas metaleras la reubicación a una mejor zona, estas no tendrían problema. “Nadie está por encima de la ley, lo que digan las autoridades eso es. Si las autoridades están disponiendo eso, eso es”, expresó uno de los entrevistados.
Uno de estos comerciantes entiende que el lugar a donde podrían ser trasladadas dependerá de cómo sea la zona, porque “este negocio no cae en todos los lados, no. En los callejones y cosas así no genera. No en todos los lados es que se da la metalera”, apuntó.
Otras de las posiciones de estos vendedores van desde “el dinero hay que buscarlo como sea”. “Por el tema de estar en una carretera entiendo que puede ser riesgoso, pero están en una propiedad privada”, puntualizó.
La dueña de uno de los locales en donde había una metalera y fue trasladado a otra zona, comenta que sus dueños “se cansaron de tener esa metalera ahí” aunque le estaban ganando “pero como hay muchas, se van para otro sitio”.
La mujer relata que este tipo de materiales afecta la salud y en su caso, que tiene “problemas de mamas”, le ha beneficiado la movilización de la metalera que tenía justo al lado de su casa.
Sobre los daños al medio ambiente de estas metaleras, sus dueños entienden que no causan nada y que en el caso de las personas tampoco por el motivo de que movilizan los objetos a otras partes, a pesar de que algunos de estos comerciantes comentan que tiene metales almacenados desde hace meses.
Los datos
La situación en estas metaleras reflejan un desafío de salud y comunidad, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Este programa, presentado en 2019, explica que los metales como el plomo son uno de los principales contaminantes en la tierra y el suelo. Este tipo de contaminantes se encuentran en el aire que se respira.
El mismo explica que los principales contaminantes de preocupación en la tierra y el suelo incluyen otros metales pesados como mercurio, arsénico, cadmio y cromo, contaminantes orgánicos persistentes y otros pesticidas y productos farmacéuticos.
El PNUMA destaca que degradan la biodiversidad y el funcionamiento del suelo, y puede reducir la productividad agrícola.