Los riesgos de peligro nuclear en la Península de Corea, la falta de respeto a los compromisos sobre el control estratégico de armas, la impunidad tras el uso de armas químicas en Siria y los avances científicos y tecnológicos son algunos de los temas que trata la Comisión este año.
“Las medidas de desarme y de control son más vitales que nunca”, ha expresado el director adjunto del Alto Representante para Asuntos de Desarme, Thomas Markram, durante la inauguración de las sesiones de la Comisión, que se reunirá durante tres semanas.
Pese a esa voz de alarma, Markram observa «signos de una nueva vida» en los órganos de desarme de las Naciones Unidas, entre ellos la decisión de la Conferencia de establecer entidades subsidiarias cuya importancia, dijo, se juzgará según su capacidad de conducir a la reanudación del diálogo sobre la no proliferación y el espacio ultraterrestre.
También ha mencionado el plan de desarme anunciado por el Secretario General enfocado en salvar vidas y cuyo programa será revelado a finales de primavera por la Oficina de la ONU para estas cuestiones.
El Alto Representante adjunto cree que la Comisión sólo puede avanzar si revisa procesos pasados de negociación y encuentra la manera de reconciliar las diferencias entre los países.
Una de las cuestiones más importantes de la Comisión radica en su universalidad, que permite mantener un diálogo abierto entre todos los interesados.
“Una lección importante que hemos aprendido de décadas pasadas es que en momentos en que las negociaciones de desarme han sido difíciles, la búsqueda de medidas colaterales para el control de armamentos ha ayudado a generar confianza, aliviar tensiones y crear un ambiente que favorece el progreso”, dijo.
Proteger el espacio exterior de los conflictos
Markram llamó la atención sobre el crecimiento masivo de los actores que operan en el espacio exterior, incluyendo los gobiernos y el sector privado, y aseguró que la protección de esta zona ante los conflictos debería ser uno de los temas específicos de este año en la Comisión.
“Varias tendencias recientes están afectando la seguridad y la sostenibilidad de las actividades en el espacio ultraterrestre. Estos incluyen: el crecimiento masivo en el número y la diversidad de actores que operan; la proliferación de desechos espaciales peligrosos; la creciente dependencia del espacio exterior en los sectores civil, gubernamental y militar; y el desarrollo y la difusión constantes de misiles terrestres capaces de funcionar como armas anti-satélites”, expresó.
El Alto Representante adjunto advirtió que mientras algunos vean el espacio exterior como un terreno potencial de confrontación, los riesgos de militarización y conflicto empeorarán.
Markham se mostró complacido, sin embargo, al ver que aún existe un terreno común entre los principales países que participan en el espacio ultraterrestre y otros actores y abogó por la transparencia y las medidas de fomento de la confianza para eliminar los malentendidos y aclarar las incertidumbres sobre las intenciones y capacidades de los demás.
“El desarme y el control de armamentos son proyectos complejos que comprenden muchos pequeños pasos. Cada uno afecta al resto. Cada ataque con gas o prueba nuclear nos lleva a un peligro mayor. No podemos contemplar una mayor erosión del marco global para el desarme. De hecho, debemos revertirlo urgentemente”, concluyó el Alto Representante adjunto, citando las palabras del Secretario General en su discurso ante la Conferencia de Desarme de febrero en Ginebra.
El trabajo de la Comisión de Desarme
En enero de 1952, la Asamblea General, por medio de su resolución 502, creó la Comisión de Desarme de las Naciones Unidas que quedó bajo la dirección del Consejo de Seguridad, con un mandato general sobre cuestiones relativas al desarme.
A lo largo de los años, la Comisión ha formulado principios de consenso, directrices y recomendaciones sobre una amplia variedad de temas que contaron con el respaldo de la Asamblea. En la última década, sin embargo, no ha sido posible llegar a un acuerdo en lo relativo a un resultado sustancial.
La Comisión, que se reúne durante tres semanas cada primavera, opera a través de reuniones plenarias y por conducto de varios grupos de trabajo diferentes, según la cantidad de temas sustantivos que contenga su programa. Los cinco grupos geográficos asumen la presidencia de la Comisión por turnos, y a su vez, los presidentes de cada de ellos son elegidos según la región.