La Bienal de Artes Visuales, más equilibrada

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Nuevos nombres, calidad más sostenida; Gran Premio de Raúl Morilla “Claustro para el Edén”

SANTO DOMINGO. La XXVIII Bienal Nacional de Artes Visuales, dedicada a Fernando Peña Defilló, fue inaugurada la noche del domingo en el Museo de Arte Moderno, y va a estar orbitando sobre la vida cultural del país hasta el 17 de noviembre, con múltiples actividades lúdicas y teóricas.

José Antonio Rodríguez, ministro de Cultura, abrió el evento, cortó la cinta, y recorrió las cuatro plantas de la muestra, que acusa un mejor equilibrio en cuanto a propuestas y tendencias, inaugura nombres en el ámbito artístico, y da espacio tanto a lo experimental como a lo tradicional. Lo mejor de todo: la participación de jóvenes artistas dominicanos.

El Gran Premio

Jorge Severino y Odalis Pérez, a nombre de los dos jurados, el de Selección y el de Premiación, constituidos en lo que han llamado el Gran Jurado, determinaron otorgar el Gran Premio, consistente en medio millón de pesos a la obra de Raúl Morilla, “Claustro para el Edén”.

La obra de Morilla es rica en su denuncia y limpia en su realización. Sólo que tiene antecedentes muy fuertes, y que no por remotos, menos conocidos: Leopoldo Maler, pionero de las instalaciones y las performances, presentó en 1970 en el Candem Arts Center de Londres su famosa obra “Silence”, cuyo principio es justamente el mismo que sostiene “Claustro para el Edén”.

Aquella obra, vista aquí hará unos 10 años en un festival de artes plásticas celebrado en el antiguo hotel Lina, consiste en un proyector que emite la imagen de una anciana moribunda desde el techo hacia una cama cuyo bastidor es en realidad una pantalla.

Morilla ha desarrollado la idea hasta llevarla a cinco pantallas redondas sobre cinco conos, donde se proyecta la imagen de un hombre cautivo, sediento, hambriento, congelado de frío, etc.

Premios y menciones

Los premios en esta ocasión han sido más equilibrados y vale la pena destacar trabajos reconocidos como la cerámica “Sólo azul”, de Cristian Tiburcio, un trabajo de una muy cuidada factura; la instalación “Saudade”, de Ginny Taulé, una obra de profundo lirismo vital y de limpia realización; en dibujo “Vaina mía”, de Magno Laracuente, un trabajo lleno de fabulación surrealista y de un magnífico terminado.

En gráfica sorprende “La pena que nos une (Feminicidio)”, de Julio César Peña, por el manejo de la técnica en gran formato, también la carga de significados de la fotografia premiada, “Heredad”, de Angelita Casals.

Destacables

Las menciones honoríficas son, por lo general, aquellas obras que algún miembro del jurado desea destacar. A veces más de uno. En ocasiones esto es un asunto casi ‘medalaganario’. De ese modo también quedan fuera obras destacables, como en este caso han quedado fuera de todo tipo de reconocimiento esculturas como “Incesto”, de Clara Herrera, un tema bien tratado con una alta dosis de denuncia de un fenómeno que a veces es mayor subterráneamente de lo que pensamos.

En ese mismo tenor está el caso de “Felicia”, de Alexander Matos. Por otras razones deberían haber sido reconocidas las obras de Luis Arias, “Ludus” y “Visión onírica”.

La obra escultórica de Limbert Vilorio “Artefacto encontrado en Latitud 2.18…”, las “Señales de inseguridad” de Dustin Muñoz, por la excelente factura en obras de gran formato; la “Incógnita” de Dionisio de la Paz” o la doble lectura que propone la irreverencia del desconocido Roberto Rubiera, con una calidad formal destacable con su “Alicia”; también la instalación de Johnny Bonnelly “Retrato de puerco entero”, por su sencillez llena de ironía; o la fotografía “Signos del destino”, de Kelvin Antonio Naar Rodríguez, entre otras obras

La más popular

La “Jaula Brillante”, de Lidia León, se gana desde ya el Premio de la Popularidad en la primera noche. Su sentido lúdico parte de una raíz crítica que involucra el juego ingenuo con la reflexión.