El escribano (a), hoy notario público, desde la antigüedad era el hombre o mujer más pulcro y cuya palabra era palabra de Dios, como se dice vulgarmente en el campo, se trataba de los seres humanos más confiable, en la actualidad un escribano es un profesional del derecho a cargo de una función pública delegada por el Estado, la que consiste en dar veracidad a los hechos y actos realizados por el o pasados en su presencia, otorgándole a los mismos el encuadre y carácter jurídico que corresponda.
Lo que no se corresponde con un escribano o notario, sería que su palabra pierda veracidad, porque con ello ha perdido la denominada moral de la fe pública, quedando solo una entelequia y todo lo demás está perdido.
Después del ultimo proceso eleccionario del 2022, en el Colegio de Notarios de la Republica Dominicana, las quejas y divisiones no se han hecho esperar, pues ahí se fraguaron acuerdo de categoría verbal, pero no menos importantes y solemne entre corrientes y grupos que no se cumplieron, por parte de los escribas notarios, que ahora su palabra no vale dos centavos de frente a las víctimas de esos incumplimientos, aunque estos escribas sigan encumbrados en las sartenes de las mieles del poder momentáneo, cuya ruina y soledad se nota de lejos y su caída casi llega, pues no hay cosa peor que un hombre o mujer que no cumpla su palabra, sería como un leproso que todo el mundo le sale corriendo, para que no se le pegue esa enfermedad tan denigrante a los ojos del público.
La directiva actual del Colegio de Notarios, muy especialmente su presidenta, debe saber que tal y como dicen las sagradas escrituras tenemos alrededor una gran nube de testigo y por ellos debemos despojarnos de todo peso de compromiso y pecado que nos asedia y revisar su conducta de incumplimiento, sus acciones, recordando que la boca no solo come una vez, pues cada día tiene deseo de comer, como corresponde al cuerpo humano normal y además que todo aquel que incumple lo pactado es, un transgresor de las normas y la ética profesional, aunque se vista de monje bueno.
Muchos se preguntan, si los notarios no cumplen la palabra empeñada, de que sirve la existencia de ese gremio como institución que debe resguardar la fe pública, es evidente que existe un problema personal e institucional, pues la figura de un directivo del colegio de notario debe representar la pulcritud, la solemnidad, la verdad, la igualdad, no la mentira y el incumplimiento, las cuales se llevan consigo la buena imagen y la reputación debida a una persona que debe ser responsable de la fe pública, de la verdad y del cumplimiento de lo pactado.