POR VICTOR GOMEZ
Antes de comenzar a desglosar la opinión que, sin tener una bola de cristal, veo algo que puede venir en la República Dominicana si el presidente Abinader, no se pone los pantalones en la cintura como debe ser, a propósito de las constantes quejas de la gran mayoría de la clase menos pudientes con relación a los constantes aumento de los principales productos de la canasta familiar y de los productos derivados del petróleo, que muchos no entendemos el jueguito pesado que le tienen a la población.
Este preámbulo lo hago para que esa generación de «popis» y oligarcas de la que está rodeado el mandatario Luis Abinader, sepan que jugar con candela en estos tiempos, es muy peligroso porque «ya la pava no pone donde ponía» y que la asesoría e informaciones que tiene al presidente no es saludable para la estabilidad democrática del país; el preámbulo es el siguiente a manera de triste recordatorio histórico.
Corría el mes de Abril de 1984 cuando gobernaba el fenecido expresidente Salvador Jorge Blanco, cuando sucedió lo mismo que está pasando en la actualidad en todo el país, un aumento de precios en los artículos de primera necesidad, «ejecutados como parte de un programa de estabilización económica aprobado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) que dio lugar a disturbios masivos y decenas de muertos, en la llamada «poblada de Abril de 1984» (Consultar Wikipedia) .
Si el presidente Luis Abinader, se está haciendo de la vista gorda, cosa que dudo, o los funcionarios que estan supuesto a arreglarle esa carguita a él, no hacen su trabajo, el 27 de este mes sería un buen día para que demuestre que en verdad piensa en el pueblo específicamente en los menos pudientes que son quienes están cargando la cruz más pesada y lo mande pal carajo, de lo contrario le diré el dicho popular, «Feo pa la foto y difícil pa el video», porque todo es hasta un día, y eso que gracias a la pandemia, no tenemos encima a los diabólicos organismos internacionales trazando pautas.
Muchos de los funcionarios lo que están es pensando en su proyecto político, mintiendole al país desde que fueron nombrados y para citarle un caso, ahí está el Ministro de Industria y Comercio Ito Bisonó, a quien se puede catalogar como, un bueno para nada, con una bendita formulita que tendrá que metersela por donde menos le da el sol, ese señor se pasó un buen tiempo como diputado y no dejó legado alguno del cual cualquier dominicano pueda sentirse satisfecho y orgulloso, ahora tiene su proyecto político siendo un cohete explotado.
Este coprófago parece no darse cuenta que por su culpa el país está a arder por las cuatro esquinas y se la pasa paseandose por los canales de televisión jugando con la inteligencia del dominicano y haciendo su propia campaña para su proyecto político, mientras las amas de casa viven con la incertidumbre de no saber a cuanto más le subirán el Gas o GLP.
Señor presidente usted pueda que tenga las mejores intenciones de hacer un buen gobierno porque sabemos que va querer seguir en el carguito, pero tiene que sacudirse y despegarse de muchos funcionarios que aunque usted tenga compromisos con ellos, le están haciendo mucho daño a su gestión y al mencionado «cambio» que la población espera. Debe salir también del director de la policía, otro bueno para nada, del Ministro de Medio Ambiente, INAPA , DICOM, Agricultura, Interior y Policía, Salud Pública y ni decir del Coordinador de Política Social, donde se regalaron 100 millones pesos del pueblo con su respectivo peaje, por solo mencionar lo menos funcionales .
Si no obtempera al clamor de la población, se le puede salir de control el país, olvídese de Macarrulla y demás peones de los Vicini, ellos solo piensan en acumular más riquezas mientras el pobre se traga un cable, olvídese de los «popies» y dese un baño de pueblo, porque como decía mi madre que «de buenas intenciones está lleno el purgatorio» , que es según la Real Academia Española, lugar donde se pasa la vida con trabajo y penalidad necesitando aún purificarse para alcanzar la gloria. Cásese con la gloria señor presidente está a tiempo.
El autor es periodista y locutor. Reside en Nueva York.
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