Por: Osiris Disla Ynoa, PhD(C)
El autor, es un abogado, escritor y novelista dominicano, especialista en Ciencias Teológicas, interpretación de textos bíblicos, orientación familiar y costumbres judías, además en Derecho Penal, Penal Especial, Procesal Penal, Metodología de la Investigación Científica, Organización Curricular de la Educación Superior y en, Administración, Hacienda y Justicia en el Estado Social.
Sobre la mente de los abogados.
Se ha sabido siempre que cada ser humano, varón o hembra, nace por naturaleza con su propia mente y se le desarrolla al pasar del tiempo y las edades, pero también se dice, que cada abogado tiene su propia mentalidad, a veces se trata de la forjada y desarrollada por su nacimiento y otras veces la recogida e influida por su función de abogado.
La mente puede ser definida, como un conjunto de facultades mentales de una persona, un proceso biológico de característica dinámica, de manejo de informaciones, que llega desde diferentes puntos, como son, el mundo exterior, las sensaciones internas y los pensamientos propios.
Para el mundo de los humanos racionales y conscientes de sus acciones, el proceso psíquico de carácter cognitivo que envuelve funciones como la percepción, memoria y el razonamiento, también suele ser identificado como la mente, es decir, una buena mente o mentalidad, debe reunir como cualidades principales, el proceso de memoria, razonamiento y la aprehensión del mundo real y hasta del abstracto y es ahí en ese proceso, que se desarrolla el buen comportamiento, pues como razona así se comporta el ser humano, lo que has de implicar por obligación, que un mal razonamiento conlleva por necesidad un comportamiento inadecuado.
Se puede afirmar que la mente utiliza como gestor principal al cerebro y es el cerebro que responde ante los estímulos de la mente, mientras el cerebro, es un órgano cuya función es regir todas las funciones vitales, sirviendo como vehículo de motor para regular y armonizar la relación del mundo interior y exterior del ser humano.
Siendo la mente humana un proceso psíquico de carácter cognitivo, que envuelve funciones como la percepción, memoria y el razonamiento, cuando esta tiene poca alimentación educativa, carencia de valores, de impulso divino, de reverencia a Dios o de equilibrio, casi siempre termina cauterizada, naciendo de esa cauterización, la perdida de la vergüenza humana y el surgimiento de los antivalores, tales como, el irrespeto, la ambición descomedida de ser o estar en puestos de relevancia humana, para satisfacer el ego personal, la disensión, la violencia física y verbal, los planes conspirativos, la confabulación o concordia con el mal, la oferta, la agresión continua, la exigencia y recibimiento de sobornos y regalos dirigidos a torcer los procesos y su buena marcha en cualquier instancia, la simulación y el interés económico de negociarlo todo al costo que sea y la acumulación personal de bienes y riquezas indebidas o fruto de la injusticia, aunque esto implique perder el prestigio, las amistades y la Credibilidad personal
También surge la falta de bondad, la ambición y el sentimiento de envidia y la carencia de solidaridad social, haciendo que los que actúan bajo esa premisa mental caminen y actúen como cualquier cosa, menos como personas y lo peor de ese estado mental psicótico, radica en que esas mentes cauterizadas actúan con normalidad y donde quiera que caminan o se asocian en un conglomerado social o particular, van sembrando la división, corrupción, violencia, injusticia, tráfico de influencia, exigencia extrema de un derecho supuesto, pero fuera de lo que establece el propio derecho, llegando a la descalificación personal de los demás, en definitiva va regando por doquier cualquier otro anti valor social, que causa lesión y perjuicio a los demás convivientes en el mundo circundante.
El mundo de la Ley debe ser identificado como un mundo de paz, armonía, tranquilidad, aquella armonía y tranquilidad que debe surgir del mandato y la aplicación de la propia Ley, o de todos aquellos nacidos para aplicarla, pero si la violencia y el irrespeto, es lo que se manifiesta en nombre de la ley y el derecho, se ha torcido el objeto de este.
La conducta agresiva, respondona, brabucona, que insubordina y no tiene límite, el descontrol del uso de la lengua y el lenguaje civilizado guapo al extremo, y una forma de exigencia como si se tratara de la convivencia a la brava en un mundo animal, exhibida por cualquier estudioso del derecho, es la antítesis de la bondad que enseña y brinda el derecho, sobre todo para aquellos que lo estudian de manera cotidiana y están en la obligación de aplicarlo para que exista un mundo de paz e igualdad jurídica, donde los conflictos se deben solucionar o por mediación o tramitación pacifica que no implique violencia que pueda producir un efecto perjuicioso, la idea central consiste, en que todo estudioso de la ley que para alcanzar su objeto personal daña y perjudica la imagen, reputación o integridad ajena, causa más mal que el bien que procura alcanzar y esas inconductas deben ser focalizadas, castigadas y sancionadas de manera ejemplar, por el bien futuro de la sociedad.
Como ya se ha dejado por sentado que la mente utiliza como gestor principal al cerebro y es el cerebro que responde ante los estímulos de la mente, resulta imprescindible determinar mínimamente ¿Cuál es el mundo que existe en la mente de un abogado?, esto podrá ayudar a identificar, los tipos de estudiantes de ciencias jurídicas, los diferentes abogados y su límite de acción, así como su comportamiento.
Desde el punto de vista de los grandes especialistas de la conducta humana y de los estudiosos del comportamiento multi disciplinario del derecho y sus exponentes, a los abogados como profesionales del derecho, se les asocia con la litigación, los problemas, los conflictos, las vicisitudes legales, las negociaciones y las estrategias de litigación para ganar sus caso, nunca para perderlos y son estos los únicos que tienen licencias legales Estatales para mediar en la solución de esos problemas jurídicos.
Es por esto, por lo que, en el mundo mental de cada abogado en particular abundan los problemas, las ambiciones personales, los conflictos, las negociaciones, las estrategias, las traiciones y son cada uno de ellos, cada abogado, como un volcán en plena erupción, que, con su sola presencia, de no manejar esos sentimientos y estímulos exteriores de manera adecuada, se constituyen en un peligro para ellos mismos y para todos lo que están al su alrededor.
La mente ejerce una influencia directa en los actos cotidianos y conscientes de los abogados, es por esto, que en la mente, es donde primero se ciernen los pensamientos de riqueza mal habidas, avaricias, violencia extrema, arrogancia, petulancia, sobrestimación, ambición, subordinación de las autoridades legítimamente seleccionadas, traición, treta, trama, indiscreción, expresión de un perfil de sangre azul y de alto relieve, simulación de aprecio y apoyo fingido, engaño permanente a sus propios representados y rebeldía común contra todo, así como la decisión firme y silenciosa de no proteger su imagen y prestigio, acciones que son propias de casi el 95% de los abogados y los nuevos abogados , olvidando y pasando por alto, cualquier tipo de temor, sea divino o a la consecuencia directa de sus actos ilegales, realizados en nombre de la Ley y el Derecho.
Finalmente, se debe apreciar que si un estudioso del derecho o abogado, no tiene formación hogareña, ni personal y no conoce los valores, actúa como un simple ser, pasando por alto el mundo testigo que le rodea, anda en su propio mundo y por cierto, el más peligroso de los mundos, donde la única consigna esta representada en vivir solo para él y sus allegados, monopolizando todo lo que alrededor le queda y sembrando veneno en vez de flores, por lo que mas temprano que tarde su jardín se ha de marchitar y darle como fruto en su cosecha el veneno que sembró en perjuicio de los demás y de el mismo, lo que reflejara el pobre y miserable ser del que se trata.