SANTO DOMINGO. Se vio desempleado, ganó sobrepeso, fue al gimnasio y terminó desarrollando un candado que funciona con la huella digital, que ha sido premiado en una de las ferias internacionales de tecnología y negocios más importantes, en Las Vegas, Estados Unidos.
Esa es la historia corta de lo que le pasó al dominicano Robbie Cabral. Pero es cuando se desarrollan sus particularidades que se descubre el camino de este emprendedor.
Cabral es un padre de 33 años, licenciado en Mercadeo, que en 2007 emigró desde Santo Domingo a Los Ángeles, en los Estados Unidos. A finales de 2012 le llegó la idea del candado que fue reconocida en el recientemente celebrado International Consumer Electronics Show (CES) 2017. “Pero la apunté en una mascota y la dejé ahí”, recuerda.
“Las compañías de candados grandes ninguna pensaron en hacer esto, entonces dije: Vamos a darle, con Dios delante”.
Cuenta que trabajó en su área profesional en una empresa de audífonos y posteriormente en una compañía de bienes raíces de donde fue despedido a los seis meses. El día de su cese laboral coincidió con el parto de su esposa. “Cuando eso pasó estaba feliz, pero me puse un poco depresivo. En todos esos meses me puse un poco obeso y comencé a ir al gimnasio”, dice.
Fue en sus visitas al gimnasio donde observó el manejo que las personas les daban a los candados. “Había gente que usaba candados con bluetooth, pero como que no les funcionaban se vivían quejando. Había gente que siempre se les quedaba la llave adentro, siempre había un problema”, comenta por teléfono a Diario Libre.
Se le encendió la chispa y pensó que debería trabajar más la idea de hacer un candado que funcionara de forma híbrida: con la huella digital y una llave tradicional.
Investigó si había un invento similar en los registros de patentes y nada apareció. Como estaba desempleado, se dedicó a incubar el proyecto. “Las compañías de candados grandes ninguna pensaron en hacer esto, entonces dije: Vamos a darle, con Dios delante”, expresa. Registró la patente con un abogado.
Cabral explica que trabajó con un ingeniero que lo ayudó con el funcionamiento del aparato recargable al que nombró BenjiLock.