Fraternidad humana para la paz y la cooperación
Existe una profunda preocupación por los actos que constituyen una apología del odio religioso y, por consiguiente, socavan el espíritu de tolerancia y el respeto de la diversidad, especialmente en un momento en que el mundo se enfrenta a la crisis sin precedentes ocasionada por la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19), que exige una respuesta mundial basada en la unidad, la solidaridad y la cooperación multilateral renovada.
En estos momentos, necesitamos la valiosa aportación que hacen las personas de todas las religiones o creencias a la humanidad, así como la contribución que el diálogo entre todos los grupos religiosos puede aportar para que se conozcan y se comprendan mejor los valores comunes compartidos por toda la humanidad.
Es fundamental también generar una mayor conciencia sobre las diferentes culturas y religiones o creencias y sobre el papel de la educación en la promoción de la tolerancia. Esto implica la aceptación y el respeto de la diversidad religiosa y cultural por parte de la opinión pública, especialmente con respecto a las expresiones religiosas. Asimismo, la educación, en particular en la escuela, debe contribuir de manera significativa a promover la tolerancia y eliminar la discriminación basada en la religión o las creencias.
Son la tolerancia, la tradición pluralista, el respeto mutuo y la diversidad de religiones y creencias las que promueven la fraternidad humana. Por tanto, son necesarias actividades que promuevan el diálogo entre religiones y culturas para aumentar la paz y la estabilidad social, el respeto por la diversidad y el respeto mutuo, y para crear, a nivel mundial y también regional, nacional y local, un entorno que propicie la paz y la comprensión mutua.
En ese marco, la Asamblea General toma nota de las iniciativas internacionales, regionales, nacionales y locales, así como de los esfuerzos de los líderes religiosos encaminados a promover el diálogo entre religiones y culturas, y, a este respecto, también de la reunión entre el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad al-Tayyib celebrada el 4 de febrero de 2019 en Abu Dabi, que dio lugar a la firma del documento titulado “La fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común”.
Un segundo año celebrando la fraternidad
Este año, por segunda vez, celebramos el Día Internacional de la Fraternidad Humana en el contexto de la Semana Mundial de la Armonía Interconfesional, que brinda la oportunidad de destacar los principios y valores incluidos
en el «Documento sobre la fraternidad humana para la paz mundial y la convivencia» y explorar buenas prácticas para su aplicación como camino hacia el futuro, a medida que reconstruimos un mundo mejor. La Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas (UNAOC), en asociación con las Misiones Permanentes de Egipto y los Emiratos Árabes Unidos ante las Naciones Unidas, así como el Comité Superior de Fraternidad Humana, organiza un evento titulado «Camino hacia el futuro» para celebrar este día internacional.
Participa en la celebración del Día en las redes sociales con las etiquetas en inglés #HumanFraternityDay (#DíaDeLaFraternidadHumana) y #OneHumanity (#UnaHumanidad).
Antecedentes
Tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, se creó la Organización de las Naciones Unidas con fines y principios que buscaban especialmente librar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra. Uno de esos fines es conseguir la cooperación internacional para resolver problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario y promover e incentivar el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales sin distinción de raza, sexo, idioma o religión.
El 20 de noviembre de 1997, la Asamblea General proclamó, en su resolución 52/15, el año 2000 como el «Año Internacional de la Cultura de la Paz». El 10 de noviembre de 1998, proclamó el período comprendido entre los años 2001 y 2010 como el «Decenio Internacional de una Cultura de Paz y No Violencia para los Niños del Mundo».
El 6 de octubre de 1999, la Asamblea General adaptó, mediante la resolución 53/243, la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz, que constituye un mandato universal para la comunidad internacional, en particular para el sistema de las Naciones Unidas, en lo que se refiere a la promoción de una cultura de paz y no violencia que beneficie a la humanidad, sobre todo a las generaciones futuras.