SANTIAGO.- La venta de cerdos a la puya en avenidas y calles del país asaltan la visión de transeúntes y conductores de vehículos como expresión y tradición propia de la Navidad dominicana.
El cerdo a la puya, cultura de los indios Taínos, que provoca frenazos vehiculares impetuosos, es una delicia perniciosa que se ha erigido en muro frente a distintas etapas históricas de la humanidad.
Esta cocción tan particular del puerto y otros animales, se ha impuesto a La Revolución Industrial, El Modernismo, la reingeniería, la Ciencia del conocimiento y la Tecnología, Internet, y todas las invenciones humanas, que por sus malos usos, en todos los casos sólo subyugan a las enormes masas de personas vacías de objetivos y sumergidas en soñolencias espirituales.
En nuestro país, para el período navideño, y específicamente para los días 24 y 31 de diciembre, el rey de las carnes es el puerco en cualquier forma de preparado, pero para las dos fechas indicadas se impone el asado, horneado o a la puya.
Comensales se la disputan en puestos de ventas, y aunque se llevan grandes porciones para sus hogares, por lo que se mira, disfrutan comérsela en los lugares de expendios de cualquier esquina de ciudad, o punto de un tramo de avenida, autopista y carretera.