La frontera ‘porosa’ impulsa el contrabando de cigarrillos

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El contrabando de cigarrillos crece cada día en los puntos fronterizos de la República Dominicana, desafiando la vigilancia militar y la labor de las instituciones que intentan frenarlo.

Por tierra, mar y hasta en falsos compartimentos de vehículos, la mercancía ilícita sigue encontrando resquicios para entrar al país, instalándose en colmados, parques y esquinas como si se tratara de un producto cualquiera.

Durante julio de 2024 y julio de 2025, se incautó un total de 39,579,790 unidades de cigarrillos, las cuales dejaron una pérdida de RD$252,123,262 en impuestos al Estado dominicano, según detallan informes de la Dirección General de Aduanas (DGA).

Entre todas las marcas ilegales que se comercializan, Capital, fabricada en Dubái, se ha convertido en la protagonista indiscutible: la más incautada, la más distribuida y la más visible en el mercado negro dominicano.

Según estadísticas del Ejército de la República Dominicana (ERD), solo en la segunda mitad de 2024 se decomisaron 7,196,026 unidades de Capital. Los mayores picos fueron en julio y en diciembre, 1,656,600 y 1,421,000 unidades, respectivamente.

El expediente militar señala que, en el mismo período, otras marcas también fueron interceptadas, aunque en menor volumen: Jaisalmer (India), con 441,600; Point (Argentina), con 298,740; Comme Il Faut (Haití), con 7,000, y otras marcas no especificadas con 28,400 unidades.

El fenómeno no se detuvo con el cambio de calendario. En los primeros siete meses de 2025, las autoridades incautaron 6,195,700 cigarrillos ilícitos, de los cuales 5,861,410 pertenecían a Capital, consolidando de esta manera su hegemonía en el contrabando en el territorio nacional.

En total, entre julio de 2024 y julio de 2025, el Cuerpo Especializado de Control de Combustibles (Ceccom) registró cifras alarmantes: 42,551,608 cigarrillos decomisados, 68% de ellos Capital, según la Dirección de Operaciones y la Dirección de Inteligencia de esa entidad.

Las diferencias entre los reportes del ERD y Ceccom son notorias —15.8 millones de unidades de variación—, pero podrían explicarse por la metodología: mientras el Ejército reporta lo incautado en sus brigadas, Ceccom integra estadísticas de varias instituciones, entre ellas el Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre (Cesfront), la Dirección General de Aduanas (DGA) y la Policía Nacional.

Los territorios calientes del contrabando

Las incautaciones se concentran en las zonas fronterizas. La 4ta Brigada de Infantería, que cubre Dajabón y Valverde, lidera con 7,968,310 cigarrillos confiscados. La 3era Brigada, que abarca Elías Piña y San Juan, registró 3,545,536 unidades, según datos del ERD.

Mientras que en las cifras del Ceccom, la Dirección Regional Central aparece como el epicentro del contrabando, con 21,844,815 unidades decomisadas en un año, seguida por la Dirección Regional Cibao Noroeste, con 10,210,701. Asimismo, por ello se detuvieron a 138 personas entre julio de 2024 y julio de 2025.

Los trucos del contrabando

Los métodos para ingresar la mercancía son múltiples, de acuerdo a los informes se han incautado cigarrillos escondidos bajo la cama de un camión Daihatsu en San Juan de la Maguana; tres motocicletas cargadas con sacos repletos en Elías Piña y Jimaní, abandonados tras la persecución militar; un Toyota Corolla azul conducido por un médico que transportaba 80,000 unidades; camionetas y camiones con dobles fondos, chasises alterados y pisos falsos.

En Santiago Rodríguez, un operativo del ERD descubrió 78,000 cigarrillos ocultos bajo un falso piso, lo que obligó a desarmar por completo la cama de un camión.

San josé de Ocoa

San José de Ocoa es uno de los puntos provinciales para la distribución del cigarrillo Capital. Allí se vende en colmados, parques y esquinas con la naturalidad de un producto legal.

“El Capital se vende más que el Nacional, ya lo desplazó. La gente lo busca porque es barato”, confiesa un vendedor que pidió reserva de su nombre.

Vendedores indicaron que una unidad puede costar 5 o 10 pesos, dos por RD$15 y una caja de 20 por RD$125 pesos. En el Distrito Municipal La Ciénaga, incluso en el Parque Libertad, la transacción ocurre a plena luz del día.

A pesar de los allanamientos, el negocio parece inagotable.

“Aquí siempre aparece alguien que lo trae. Cuando se escasea, vuelve a llegar”, dice otro comerciante que asegura llevar más de siete años en la venta.

El Capital junto a otras 20 marcas extranjeras fabricadas en China, La India, Francia, Tailandia, entre otros países, son contrabandeadas a través de Panamá y Haití, de ahí que por la frontera terrestre o vía marítima entran a la República Dominicana.

Campaña

Recientemente, el Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes (MICM) junto a otras entidades gubernamentales realizaron una campaña titulada “Si vendes cigarrillos ilegales puedes buscarte un lío feo”, con el fin de acabar con el comercio ilegal que se produce en el país.

Durante el lanzamiento el ministro Víctor -Ito- Bisonó destacó que la lucha contra el comercio ilícito “no solo se libra en operativos y decomisos; también se gana en los colmados, en los drinks y en la conciencia ciudadana. Esta campaña busca que cada comerciante se convierta en un defensor de la legalidad”.

Junto a la Procuraduría General de la República, el MICM realizó jornadas de capacitación a dueños de colmados y pequeños negocios, enseñándoles a identificar productos falsificados y reforzando así la red de protección contra el ilícito.

La Ley 17-19, sobre la Erradicación del Comercio Ilícito, establece multas severas, cierre de negocios y hasta cinco años de prisión a quienes comercialicen productos ilícitos.

Una frontera agujereada

Aunque las autoridades muestran cifras de decomisos como prueba de acción, la realidad es que el contrabando se ha instalado en el país como un mercado paralelo en expansión. Su ruta se alimenta por Panamá y Haití, y su origen es todavía más lejano: China, India, Dubái.

El cigarrillo Capital, convertido ya en símbolo del comercio ilícito, sigue entrando y circulando con la misma rapidez con que se incauta, revelando que, más allá de los operativos militares, la frontera continúa siendo un terreno poroso donde la ilegalidad respira con libertad.