Washington. El objetivo de las disculpas es ponerles punto final a los problemas. Sin embargo, es poco probable que la admisión de Hillary Clinton el martes de que había sido un error redirigir su correspondencia oficial a través de una cuenta de correo electrónico privada cumpla ese objetivo. Le tomó seis meses de negaciones al equipo de campaña de la Sra. Clinton para darse cuenta de que la controversia no iba a desaparecer. Ahora la Sra. Clinton ha admitido que fue un error tanto usar una cuenta de correo electrónico separada como evadir preguntas acerca del tema. Pero no explicó la razón. Por lo tanto, seguirán las preguntas.
Sus problemas son legales y políticos. Con o sin disculpas, la Sra. Clinton no controla el desarrollo de las investigaciones. Eso queda en manos de los investigadores del FBI quienes están tratando de recuperar 30,000 mensajes de correo electrónico que fueron borrados del servidor personal de la Sra. Clinton. También está en manos de los jueces federales quienes están evaluando al menos 35 demandas contra el Departamento de Estado de EEUU para que divulgue más mensajes de la colección de la Sra. Clinton. Muchas de las demandas han sido interpuestas por organizaciones de medios de comunicación cuyas solicitudes de libertad de información fueron infructuosas cuando la Sra. Clinton era secretaria de estado. Ahora los tribunales le están indicando al Departamento de Estado que divulgue lotes de esos mensajes. Y probablemente haya más.
La Sra. Clinton alega que ninguno de los mensajes incluía contenido clasificado en esos momentos. Pero eso ya ha sido desmentido. Ahora parece ser que al menos dos contenían información considerada “Altamente Confidencial” — uno de los cuales era acerca del programa de armas nucleares de Corea del Norte. Si salen más cosas a la luz, las dudas seguirán aumentando. De la misma manera, si los investigadores del FBI hallan mensajes que muestren conflictos de interés entre el trabajo de la Fundación Clinton y el papel de la Sra. Clinton como secretaria de estado, la situación también podría ser tóxica. La Sra. Clinton insiste que los aproximadamente 30,000 mensajes de correo electrónico borrados eran de asuntos personales, como clases de yoga y su nieta.
Además de todo esto, el Washington Post reveló la semana pasada que la Sra. Clinton empleó a un funcionario del departamento de estado, Bryan Pagliano, de forma privada para que se ocupara de su correspondencia electrónica. El Sr. Pagliano se ha acogido a la quinta enmienda para evitar la autoincriminación. Es el último de varios funcionarios, incluyendo a Huma Abedin, amiga íntima y asistente personal de la Sra. Clinton, y Cheryl Mills, una asistente principal, que estaban empleados simultáneamente por el gobierno federal y por los Clinton de forma privada. Eso es muy irregular. Ningún otro funcionario del gabinete tenía un arreglo semejante.