Reducir el calentamiento global inyectando aerosoles en la atmósfera es el método mas prometedor

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España. Reducir la absorción de calor de la Tierra inyectando aerosoles en la atmósfera desde aviones a gran altitud es posible, pero muy costoso con la tecnología actual, y es improbable que fuera secreto.

Esos son los hallazgos clave de una nueva investigación publicada en ‘Environmental Research Letters’, que analizó las capacidades y los costos de varios métodos para suministrar sulfatos a la estratosfera inferior, conocida como inyección de aerosol estratosférico (SAI, por sus siglas en inglés).

Los investigadores examinaron los costos y los aspectos prácticos de un hipotético proyecto de «geoingeniería solar» a gran escala que se iniciará dentro de 15 años. Su objetivo sería reducir a la mitad el aumento del forzamiento radiativo (la diferencia entre la luz solar absorbida por la Tierra y la energía que va de vuelta al espacio) antropogénico, desplegando material a altitudes de alrededor de 20 kilómetros.

También analizaron si un programa tan idealizado podría mantenerse en secreto. «La geoingeniería solar a menudo se describe como ‘rápida, barata e imperfecta’ –señala el coautor del estudio, Gernot Wagner, de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas John A. Paulson de la Universidad de Harvard (Estados Unidos)–. Aunque no hacemos ningún juicio sobre la conveniencia de las SAI, sí demostramos que un programa de implementación hipotético que se iniciará dentro de 15 años, aunque sea altamente incierto y ambicioso, sería técnicamente posible estrictamente desde una perspectiva de ingeniería».

Este experto apunta que el coste estaría en un promedio de alrededor de 2.000 a 2.500 millones de dólares por año durante los primeros 15 años. Los investigadores confirman estudios anteriores que analizan los bajos costos directos de la posible intervención de geoingeniería de aerosoles estratosféricos, pero llegan a esos números con la ayuda de aportaciones directas de las compañías de ingeniería aeroespacial para especificar en qué consiste el documento «SAI Lofter (SAIL)».

HARÍA FALTA UN DISEÑO DE AVIÓN COMPLETAMENTE NUEVO

«Me intrigaron las preguntas de ingeniería en torno a SAI y los numerosos estudios que pretenden demostrar que los aviones existentes modificados podrían hacer el trabajo. Resulta que no es así. De hecho, se necesitaría un diseño de avión completamente nuevo para hacer SAI bajo parámetros razonables, aunque completamente hipotéticos. Ningún avión existente tiene la combinación de capacidades de altitud y de carga útil requeridas», apunta el coautor del trabajo, Wake Smith, profesor en Yale-

«Desarrollamos las especificaciones para SAI con el aporte directo de varias compañías aeroespaciales y de motores. Es equivalente en peso a un avión de pasajeros grande de cuerpo estrecho. Pero para mantener el vuelo nivelado a 20 km, se necesita aproximadamente el doble del área del ala de un avión de tamaño equivalente, y el doble de empuje, con cuatro motores en lugar de dos», detalla Smith, que ocupó cargos anteriores como director ejecutivo de ‘Pemco World Air Services’ (una empresa líder en modificación de aeronaves).

«Al mismo tiempo, su fuselaje sería rechoncho y estrecho, dimensionado para acomodar una masa pesada pero densa de azufre fundido en lugar del gran volumen de espacio y aire requerido para los pasajeros», puntualiza el que también fuera director de operaciones de ‘Atlas Air Worldwide Holdings’ (una aerolínea de carga global), y presidente de la División de Entrenamiento de Vuelo de Boeing.

El equipo estimó los costos totales de desarrollo en menos de 2.000 millones para el fuselaje, y otros 350 millones para modificar los motores existentes. Los nuevos aviones comprenderían una flota de ocho en el primer año, llegando a una flota de poco menos de 100 en 15 años. La flota hará poco más de 4.000 misiones al año en el primer año, llegando a más de 60.000 por año para el año 15.

El doctor Wagner subraya: «Dados los potenciales beneficios de reducir a la mitad los aumentos proyectados en el forzamiento radiativo a partir de una fecha particular en adelante, estas cifras invocan la ‘increíble economía’ de la geoingeniería solar. Docenas de países podrían financiar ese programa, y la tecnología requerida no es particularmente exótica». Sin embargo, según los autores, esto no debería reforzar el temor a menudo apuntado de que un país u operador podría lanzar un programa clandestino de SAI en un mundo desprevenido.

Smith concluye: «Ningún programa global de SAI de la escala y naturaleza debatidas aquí podría esperar razonablemente mantenerse en secreto. Incluso, nuestro hipotético programa de implementación de ‘Año Uno’ implica 4.000 vuelos a altitudes inusualmente altas en aviones del tamaño de un avión de pasajeros en varios corredores de vuelo en ambos hemisferios. Esto es demasiada actividad de la aviación para no ser detectada, y una vez detectado, este tipo de programa podría disuadirse».