SANTO DOMINGO. Con la llegada del escritor Pedro Vergés al cargo de ministro de Cultura, la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo 2016 -que se inaugura hoy a las 7:00 p.m. en la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito-, ha cambiado de filosofía, y estará centrada en el libro y la literatura de manera casi absoluta (en futuras ediciones será absolutamente, según fuentes organizadoras del evento), y dejará de ser el evento más importante que acogía todas las manifestaciones del arte y la cultura del país.
Que se centre en el libro y la literatura es algo que aplauden escritores y editores, pero tal vez no otros creadores y artistas.
El programa del escritor hispano peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, se desconoce. quizás por razones de seguridad, aunque está anunciado en la inauguración, donde recibirá el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña.
El autor de La civilización del espectáculo (2012) criticó la sentencia del Tribunal Constitucional de República Dominicana que puso en entredicho la proverbial hospitalidad del país. “Que, pese a ese antecedente, se me conceda este premio habla muy bien del espíritu democrático, tolerante y abierto que por fortuna parece prevalecer en el país”, agradeció por escrito al exministro José Antonio Rodríguez.
“Quiero mucho a la República Dominicana, desde que visité ese país por primera vez, en 1974, para hacer un documental televisivo. Desde entonces he vuelto muchas veces y con alegría lo he visto democratizarse, modernizarse, en todos estos años, a un ritmo más veloz que el de muchos otros países latinoamericanos sin que se reconozca siempre su transformación como merecería”, reconoció en su columna de El País, el 3 de noviembre del 2013.
A la vez llamó “aberración jurídica y parece directamente inspirada en las famosas leyes hitlerianas de los años treinta”. Defendió también la solidaridad del país con Haití cuando el terremoto: “recuerdo todavía los hospitales dominicanos repletos de víctimas haitianas y los médicos y enfermeras dominicanos que volaron a Haití a prestar sus servicios”.
Desde hace mucho, Vargas Llosa está “convencido que la inmigración de cualquier color y sabor es una inyección de vida, energía y cultura y que los países deberían recibirla como una bendición”. Se sospecha que todos los emigrantes dominicanos regados por el mundo están de acuerdo con él.
A la feria, dedicada a la diáspora dominicana, estarán ausentes, sin embargo, las tres figuras más prominentes de las letras en ultramar: Julia Álvarez, Junot Díaz, muy críticos de la sentencia y residentes en Estados Unidos, y el ensayista Héctor Díaz Polanco, residente en México desde hace décadas.