RÍO DE JANEIRO. Brasil rompió este sábado su maleficio olímpico y, en casa, en Río, en Maracaná, por fin logró completar sus vitrinas con una medalla de oro, el único título que le faltaba al palmarés más envidiable del mundo del fútbol.
El histórico desencuentro de Brasil con las preseas doradas en los Juegos Olímpicos hasta este sábado era uno de los hechos más sorprendentes de la historia del deporte rey y para los corrillos del fútbol de este país, se había vuelto una obsesión desde hace tiempo.
La medalla de oro fue sudada y se consiguió en los penaltis, el mismo método con el que en 1994 la Canarinha cortó una sequía de 24 años sin Mundiales.
En las quince ediciones anteriores de los Juegos en las que se celebró el torneo de fútbol, Brasil sólo había logrado tres platas, en 1984, 1988 y 2012 y dos bronces, en 1996 y 2008.
Todas las medallas son recientes, pues Brasil sólo empezó a tomarse en serio los Juegos en las últimas décadas, pero hasta ahora, nunca había rematado la faena y se había quedado con un metal de sabor amargo.
Y en todas esas selecciones hubo jugadores de primer nivel. En Los Ángeles 84’ estaba Dunga y cuatro años más tarde, varios de sus futuros compañeros del equipo que se coronaría campeón del mundo en Estados Unidos 1994, entre ellos Romario, Bebeto, Taffarel y Mazinho.
En Atlanta 1996 Brasil juntó a una de sus mejores selecciones olímpicas, con Ronaldo, Rivaldo, Bebeto, Roberto Carlos, Dida, Juninho y Savio, pero ese plantel de estrellas cayó en las semifinales ante Nigeria por 4-3, con un gol en el minuto 90 y otro en el 93.
En 2008 Brasil se tomó muy en serio la competición y formó un equipo con Ronaldinho Gaúcho, Pato, Thiago Silva, Hernanes, Lucas Leiva, Marcelo o Rafinha, pero la Argentina de Lionel Messi le apeó de la competición en semifinales.
Hace cuatro años, en Londres, el oro se le escapó contra todo pronóstico en la final ante México, a pesar de que la Canarinha asustaba con una nómina de jugadores en la que estaba Neymar, además de Pato, Hulk, Osar, Marcelo, Danilo y Thiago Silva.
Esas derrotas olímpicas, fracasos inasumibles en el autodenominado “país del fútbol”, provocaron crisis internas y el despido de varios técnicos que compartían el banquillo de la selección absoluta y la olímpica, como fue el caso de Vanderlei Luxemburgo en 2000 o de Mano Menezes en 2012.
Con un comprensible miedo de quemarse antes de tiempo, el nuevo seleccionador nacional, Adenor Bacchi “Tite”, no quiso asumir el equipo olímpico, del que sí se encargaba su predecesor, Dunga, quien fue destituido tras el fracaso en la Copa América del pasado junio.
La inédita medalla de oro convierte a Brasil, de repente, en la selección con más preseas en los Juegos, seis en total, aunque en oros le superan Hungría y Gran Bretaña, cada una con tres; Argentina, Uruguay y la URSS, con dos.
Los Juegos Olímpicos era la única competición que le faltaba a la sala de trofeos de Brasil, en la que lucen, por encima de todo, cinco mundiales, además de ocho títulos de Copa América, cuatro de Copa Confederaciones y cuatro oros en los Juegos Panamericanos.
Antes que los brasileños, sólo dos equipos, Argentina y Francia, habían logrado el ramillete de trofeos que supone unos Juegos Olímpicos, el Mundial, su respectivo torneo continental y la Copa Confederaciones.