RÍO DE JANEIRO. No tendrá el talento de Roger Federer ni el carisma de Novak Djokovic. Pero lo que a ellos les falta, a él le sobra: dos medallas de oro olímpicas.
El británico venció 7-5, 4-6, 6-2, 7-5 al argentino Juan Martín del Potro el domingo en la final de los Juegos Olímpicos de Río, y se convirtió en el primer hombre con dos oros en individuales del tenis, tras revalidar la medalla que consiguió hace cuatro años en Londres.
“Estoy realmente feliz. Ha sido uno de los partidos más duros que he jugado por un gran título. Físicamente muy duro, muy emocional”, comentó el tenista nacido en Escocia.
El segundo favorito remontó un marcador adverso de 5-4 en el cuarto set para llevarse la victoria después de cuatro horas, en las que prevaleció el sacrificio por sobre la habilidad.
Del Potro, que disputó su primera final en más de dos años, tuvo un torneo olímpico memorable, que arrancó con una victoria sobre el número uno del mundo Novak Djokovic. El argentino mejoró así la medalla de bronce que conquistó en Londres.
El tenista argentino, 141 del mundo, “ha jugado extremadamente bien, es asombroso que pueda competir otra vez a este nivel después de las lesiones”, comentó Murray.
“El merece todo el crédito por eso”, destacó sobre su rival.
Murray, ganador de tres torneos del Grand Slam, tuvo un plan de juego claro desde el primer game. Jugarle al argentino sobre su mano izquierda, operada tres veces, y hacerlo correr por la cancha, entendiendo que la seguidilla de partidos que disputó en Río le iba a pasar factura tras una larga inactividad.
El británico de 29 años atravesó sin embargo un momento de zozobra en el cuarto set cuando cometió cuatro dobles faltas y el argentino le quebró el servicio. Una decena de puntos ganadores en contraste con los errores no forzados de Del Potro le permitieron remontar los games y ganar la partida.
Al final recibió la ovación de pie de los brasileños, que lo alentaron durante todo el partido, y también de los ruidosos hinchas argentinos, que durante varios lapsos del duelo le dedicaron cántico futbolero “el que no salta es un inglés”, pese a su origen escocés.
“Fue una atmósfera increíble, totalmente distinta a un Grand Slam, donde la gente se queda callada viendo a los buenos jugadores. Una experiencia única”, describió Murray.
Hace cuatro años, el ambiente en el tenis de Londres se asemejó al de un torneo de Wimbledon. En Río, se vivió más bien un griterío digno de la Copa Davis.