SANTO DOMINGO. A las 5:15 a.m., en el abarrotado teatro La Fiesta del hotel Jaragua, comenzaron a repartir sancocho con arroz: tradición de la fiesta bailable que cada año organiza Emporio Luis Medrano para esperar el año nuevo.
El Ultra Super Mega Baile confirmó la veracidad de sus adjetivos. Difícil otra fiesta como ésta en todo el país. A las 10:30 p.m. arrancó Billy Thomas, con salsas que pegan: La mejor de todas y Llueve sobre mojado.
Dominicanos y turistas bailaron con Raulín Rodríguez, quien abrió conFélix Cumbé, que horas después haría Fernando Villalona. Cómo serás tú, Estoy enamorado de ti, Ya te vas amor, Piel sin alma, entre otras, provocaron que las dos pistas se llenaran de bailadores.
El montaje incluyó pantallas LED que permitieron a los líderes y coristas sobresalir en un primer plano sobre el resto de la orquesta. Y sobre todo un adecuado diseño de imágenes, según la agrupación. Por ejemplo, en el caso de Raulín predominaron los tonos rojos.
Chiquito Team Band, frescura y ritmo, se impuso con La llamada de mi ex, Lupita, Punto y aparte, Corazón salvaje, Volveré, que la definen, quizás, como la mejor de las orquestas de salsa del país.
Al 2016 entra Toño Rosario con un nuevo look, inspiración de Yari, sello renovador del artista más camaleónico.
En excelente estado de voz, cuando se sale de la zona de confort, Toño reverdece, y sólo necesita grabar un disco con temas bien seleccionados, lejos del facilismo de hacer un tema con una frase repetida al infinito. Sabe que debe seguir manejándose como se maneja: el morbo a veces crea mercado. Donde va, deja ardiendo la pista. Y lo hizo una vez más. ¡Bravo!
Villalona ha reintegrado a la orquesta a su hermano Aramís. Buena decisión, porque éste le impregna movimiento, ritmo, y aporta temas de su propio repertorio, como en el caso de Coco de agua.
En esta ocasión, Fernando estuvo más retozón, con sus hermanos en el frente, me refiero a las coreografías. Esto al público le gusta, porque hay muchos que van a bailar, pero otros tantos a observar. Su clásico Félix Cumbé, Tabaco y ron, un medley de merengues con Quisqueya, luego Dominicano soy, Carnaval… reventaron las pistas de baile.
Rubby Pérez sabe que su poderosa voz, que mantiene como una cuchilla, es la que le hace que haya que ponerlo en los finales. Perro ajeno, Qué quiere el negro, Tu vas a volar o Hipocresía lo demuestran. Son un llamado a bailar.
La agrupación que vive en Puerto Rico, pero pensando todo el tiempo en su país, sigue tirando con los mismos merengues, que pertenecen a la “imaginería sonora” del pueblo dominicano en la época de Navidades. La parranda navideña; Bebo hoy, bebo mañana; La trulla navideña, y Vámonos caminando establecen un contacto instantáneo con los bailadores.
David Kada es una demostración de que existe un no se qué dominicano, que hace diferente a la salsa de aquí de la de otros sitios. Estos celos, Tu amor fue diferente, su Homenaje a Pacheco, lo muestran.
Los Hermanos Rosario son la locomotora del merengue, por ese ritmo ajustado, firme, de pies en tierra, que los caracteriza.
Hay que notar el nivel de empatía que tiene el público con esta orquesta.
Los Hermanos Rosario cerraron el gran baile del hotel Jaragua, con la Cleptómana, Borrón y cuenta nueva, Esa muchacha sí que baila bueno, Nuevecita de caja y El Lápiz es mío.
El evento es un clásico ya de fiestas navideñas.