MADRID. Antonio Orozco ha llegado a uno de los destinos que tenía marcados en su carrera, un álbum “con un cambio de sonido radical”, con canciones más rápidas y roqueras, y en uno de sus mejores momentos profesionales, en parte porque no olvida “lo que duele ganar un centavo”, sobre todo tras pasar años complicados.
“Ahora mismo tengo trabajo y me va bien, el del banco hace tiempo que no me llama”, dice a Efe sin atisbo de broma en sus palabras, antes de reconocer que entre 2007 y 2008 pasó apuros económicos. “Fueron momentos muy difíciles, como para todos los españoles. La vida viene de canto a veces y hay que saber vadearla”, añade.
Cumpliendo metas, como está haciendo, no había mejor título para su séptimo disco de estudio que el de “Destino” (Universal Music), que se pone a la venta este viernes tras una gira previa, llamada “Origen”, en la que quiso evidenciar esta transición musical, “decorando” de nuevo sus clásicos y comprobando cómo respondía el público.
“Me gusta que escuchen mis canciones; es más, me preocupa que no lo hagan, es mi modo de vida. No sé si hay un pintor que haga cuadros para verlos en el váter”, argumenta Orozco, al que no le importa reconocer que en este álbum ha escuchado lo que le gusta a la gente, pero sin repetir fórmulas de éxito, como otro “Devuélveme la vida” o “Pedacitos de ti”.
Implicado él mismo en la producción del álbum, ha cumplido la premisa de crear un disco mucho más guitarrero, como muestran “Hoy será”, “Mírate” y “Moriré en el intento”, además de ser “muy hondo” en las letras.
“Esto es lo más cercano a un desnudo de Antonio Orozco que se puede ver, porque lo he contado de todo, incluso cosas que no tendría que haber contado nunca”, admite.
De sus nuevas composiciones, la que se lleva la palma en cuanto a honestidad sería “Mi héroe”, su actual sencillo, que es “la historia de mucha gente. Hoy tengo la certeza de que los héroes lo son porque ni siquiera ellos lo saben. Solo hay que ir a un hospital para comprobarlo”, opina.
Hablando de hospitales, Orozco aprovecha para desmentir los rumores que le achacaron un mal mayor cuando el pasado mes de septiembre canceló compromisos por “una intervención leve”.
Entonces no quiso contarlo por pudor, pero revela que no fue más que un vello encarnado, casi a la altura del sacro, que le provocó una infección grande y que requirió una operación de urgencia, aunque no fuera grave.
“Parecía que había muerto”, dice molesto por las especulaciones que esta intervención desencadenó.
Agnóstico declarado tras perder muy joven a su padre, asegura que no cree en las casualidades, “solo en que la vida a veces te lo pone más fácil”, y, en ese sentido, su participación como “coach” en el programa de televisión “La Voz” ha jugado un importante cometido.
“Sería una hipocresía absoluta decir que ‘La Voz’ no ha tenido nada que ver en mi carrera, pero cuando llegué ya tenía 6 álbumes grabados y un millón de copias vendidas. Llegó porque han ocurrido muchas cosas antes”, precisa.
Antes de eso, durante más de tres años enfocó su carrera en abrir caminos en EE.UU. y Latinoamérica, un tiempo muy productivo en el que cosechó importantes logros y reconocimientos. Fue entonces cuando llegó la oferta de ocupar la cuarta silla.
“La televisión me permitió volver a España y estar cerca de la gente, que se descubriera que yo no era un sieso oscuro que escribía canciones en el sótano de su casa”, dice.
Su nueva gira ya está en marcha y le mantendrá ocupado hasta finales de 2016. Este viernes llegará a Tarragona, el sábado a Valencia y día 23 de diciembre, al multitudinario Barclaycard Center de Madrid (antiguo Palacio de Deportes).