SANTO DOMINGO. En ocasiones anteriores hemos destacado la obsesiva tendencia del cine estadounidense hacia el mundo criminal.
Es evidente que el morbo de las historias de delincuentes y asesinos en serie cautiva a cierto tipo de audiencia. Por supuesto no todas las historias tienen la misma intención, buena parte del cine de gánsters atribuye cierto heroísmo contestatario al sistema, en especial las que narran las historias de asaltantes de banco; pero en los últimos años se ha abierto una nueva veta hacia el lado más oscuro, aquél que da cuenta de lo siniestro y enfermizo de mentes criminales que llegaron al poder ejerciendo el terror.
Este filme tiene el atractivo de contar en el rol protagónico con uno de los talentos más camaleónicos del cine contemporáneo: Johnny Depp.
John Connolly y los hermanos Bulger crecieron juntos en el sur de la ciudad de Boston, provienen de familias irlandesas católicas, y basan su amistad en la lealtad. Las calles los forjaron de mala manera, y la vida les llevó por distintos caminos. John se hizo agente del FBI, Billy Bulger se encaramó a la política, llegando a senador, y James ‘Whitey’ Bulger se adueñó de los negocios ilegales a punta de pistola. Vuelven a encontrarse, y establecen una alianza, James pasa información al FBI para acabar con la mafia italiana local y, gracias a ello, se transforma en un privilegiado e intocable; hasta que alguien empieza a hacer las preguntas correctas.
La historia se narra desde una sala de interrogatorio policial, en la cual van desfilando los secuaces del gánster. Uno a uno cuentan los crímenes que con su propia mano realizó James Bulger. Hay, además, dos líneas narrativas complementarias, la personal de Bulger y la propia de John Connolly, ambas van en paralelo hasta confluir en algunos puntos clave de la historia.
James Bulger no pasaba de ser un mafioso de poca monta hasta que su amistad con John le abre las puertas a los grandes negocios de apuestas. Coincide con su ascenso la muerte por enfermedad de su único hijo y el fallecimiento de su madre, hechos que según el filme habrían incidido en su conducta. De ser un anti social por su entorno se transforma en un tipo malo por resentimiento. La otra cara de la moneda es la buena relación que el mafioso tiene con sus vecinos y también la soterrada relación con la resistencia clandestina del IRA en Irlanda.
Es posible que esta sea la película más oscura protagonizada por Depp. Si bien en “Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet”(2007), personificó a un desquiciado asesino, aquí su personaje está desarrollado con mayor detalle y profundidad.
Mata por su temor a ser delatado, cuestión que se transforma en su obsesión y que finalmente le llevará a la cárcel.
Es notable el trabajo de maquillaje el cual transforma completamente su rostro y su actuación se salva de caer en lo maniqueo gracias a su talento expresivo.
Muy bien está también Joel Edgerton en su papel de agente que en su afán de gloria es envuelto por la corrupción.
Sin embargo, lo intenso del personaje protagonista hace al filme un tanto repulsivo.
El retrato a fondo del criminal es al tiempo un fresco de una época que pocos quieren recordar y que nunca será un éxito de taquilla.
Recomendable para quienes gustan del cine policial y en específico de las historias de mafiosos nunca antes contadas.
